García Martinez – 11 marzo 1993
Deberían incluir en el Libro ese de los Records, o en el de las Cosas Insólitas, lo que acaba de suceder en Murcia. Se está viendo en el parlamento regional una moción de censura, o similar, que le ha puesto el así llamado PP al así llamado Collado, presidente socialista de la Autónoma. Y he aquí que, al terminar de hablar este que digo, su propio grupo parlamentario no le hace palmas.
Estamos acostumbrados a que, hablen bien o hablen mal los diputados y senadores -que eso importa ya menos-, los suyos les aplaudan a rabiar, mientras que la oposición patea. En Murcia sin embargo, se rompe el hábito. Y no es que los correligionarios de Collado tuvieran decidido votar al candidato de la derecha y por eso se quedaron con las manos en los bolsillos, ¡pues buenos se hubiesen puesto en la así llamada Ferraz! Lo que ocurre es que, últimamente, la política murciana la lleva uno que le dicen Kafka. Y, como es natural, el guiso sale kafkiano.
Estamos acostumbrados a que, hablen bien o hablen mal. De todos modos, aunque el evento no haya tenido lugar en Madrid, que es donde pasa todo, quizás debería servirse la política nacional toda de esta curiosa experiencia provinciana. Considerando que en los foros legislativos no suele aparecer nunca Castelar, y que los ruidos, tanto si son de manos como de pies, resultan molestos, no veo descabellado que, de ahora en adelante, todos los discursos, sean rubricados con el mas absoluto de los silencios.