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Zona de embarque

Todo sobre ruedas

Si pensamos en una ciudad donde las bicicletas sean “las dueñas del asfalto”, es fácil -por asimilación- llegar a Amsterdam. Efectivamente allí conquistaron sus dominios pues podríamos decir aquello de: “todo marcha sobre ruedas”.

Queramos o no, las bicicletas saldrán a nuestro encuentro. Y mucho mejor que sea así y que no haya un “encontronazo” con ellas. Hay que estar bien atentos ya que ellas tienen la preferencia: es el peatón quien debe parar ante un “carril bici”. Algunos viales están marcados en color rojo. Especial cuidado debemos prestar ante ellos, pues se les llama coloquialmente: “las autopistas de las bicis”. Así que…. ¡Ya pueden imaginar la velocidad a la que marchan por ellas!

Dar un paseo o sentarse en una terraza y ver las bicicletas es todo un muestrario rico de sociología: Señoras delgaditas de pelo cano y avanzada edad, muy ágiles en el manejo de las dos ruedas; chicas con minifalda; otras con falda larga de vuelo y… ¡no se les enreda en la cadena! O, ejecutivos pedaleando mientras hablan por el móvil con una mano y, con un ramo de flores en la otra. Sí, sí, casi ¡artes malabares! Incluso llegué a ver en el aeropuerto a operarios trabajando entre aviones montados en sus “bicis”. Eso sí, con sus chalecos reflectantes puestos.

El aprovechamiento compartido de las bicicletas llegan a estirarlo sobremanera. Uno, dos y… ¡hasta familias enteras en una sola bici! Un chico joven llevaba un carrito delante unido. Él iba a gran velocidad y su hijo plácidamente durmiendo en el carrito acomodado entre cojines ¡Pura ternura! O, una chica joven llevaba acoplada en la parte delantera de su bicicleta una plataforma unida al manillar. En ella iba una señora mayor sentada en su silla de ruedas. Casi seguro, madre e hija juntas en la bicicleta. Mucho amor vi yo en este paseo.

En los días nublados que amenazan lluvia ya los ciclistas más previsores dejan una bolsa de plástico ajustada sobre el sillín. Incluso en algunos pueblos, los parkings para las bicicletas son unas pequeñas semiesferas translúcidas con la puerta deslizante. Como las cubiertas para piscinas pequeñas. ¡Está todo pensado!

En la parte trasera de las bicicletas es muy frecuente colocar unos faldones bien ajustados a los dos laterales, por aquello de equilibrar pesos. Casi siempre negros o marrones pero ya se impone la tendencia de de colores llamativos. Hacen las veces de “maleteros”, pues hacer la compra en la bicicleta es “el pan de cada día”; Nunca mejor dicho porque en ellos se ven a menudo sobresalir las barras de pan y alguna lechuga grande.

Hay hoteles que ya las tienen listas en el hall, bien colocadas en hilera, preparadas para sus clientes alojados. ¡Todo un detalle de marketing! El mío no lo tenía.

En un pequeño pueblo en una isla entré en una tienda pequeña que solo vendía timbres de bicicletas. La dueña me mostró cómo suena cada uno de ellos, pues se puede elegir entre el sonido de animales de variadas especies. ¡Menudo “zoológico sonoro” había creado!

La media de robos es de ciento diez bicicletas… ¡cada día! Así que toca poner el candado a la mía no vaya a ser que…

 

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