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Ventajas de bailar a los 60 años

Bailar hasta las tantas de la madrugada no tiene edad. O… ¿si? Si muchos piensan que al cumplir los 60 se terminó la marcha, no conocen bien este rincón del litoral mediterráneo. Hablamos de Benidorm. Ciudad con playas, música, marcha y también con mucha juventud. Pero de esa que no tiene edad.

Una señora viuda comentaba que iba a Benidorm a la playa, sí. Pero también a bailar sin que ni sus hijas ni sus nietas le dijeran –en tono de reproche- aquello de: “¡Mama, abuela, que ya no tienes edad!”. Y claro ver a una madre (¡o a nuestra abuela!) bailando con un cocktail en la mano, puede llevar a muchos a considerar que no es “políticamente correcto” o a pensar aquello tan repetido de: a ciertas edades no está bien trasnochar. Pero son muchos otros los que ven esta actitud vital con mucha envidia. Y se deciden a copiar. De ahí la alta ocupación hotelera.

Es más, Benidorm está contribuyendo -de una forma bien curiosa- a la aportación de medicamentos a zonas más necesitadas con un alcance desmedido. Les cuento. Entre las bondades del bailoteo, por aquello de “mover el esqueleto” lo que supone hacer un poquito de ejercicio, se encuentra ipso facto un rápido efecto de mejoría general en la salud de los bailones: los cuerpos se vuelven casi de nuevo “cuerpos serranos”; Sí, sí, aunque pueda sonar a exageración, entre el moreno que embellece y tensa la piel, y la sensación nueva de bienestar, esta mezcla se vuelve explosiva y lleva a muchas personas a olvidar aquellas pastillas que tenían en el cajón de sus hoteles.

Cuando se termina la estancia y el paquete de “pensión completa” se acaba, meten de nuevo todo en la maleta y olvidan los medicamentos en el hotel. Incluso algunos de estos “jóvenes bailones de más de 60” (obsérvese que en Benidorm, la palabra “viejo” no tiene traducción posible) los dejan allí a caso hecho, pues se sienten tan bien después de una semanita bailando (y que conste que el repertorio musical no es solo “los pajaritos a volar”) que piensan que: ¿para qué tomar la pastilla si ya el colesterol pasó de ser malo a bueno y la tensión les subió al mismo ritmo de la música? Y ya, cuando estas personas, renovada su fuerza vital, van camino de regreso a sus destinos, entra en acción la labor de las gobernantas de los hoteles, repasando por aquí y por allá la limpieza de las habitaciones. Y se encuentran en los cajones con tal variedad de medicamentos: que si para subir la tensión, bajar el azúcar, nivelar el colesterol, etc. que al final todos terminan siendo donados para que puedan ser utilizados más allá de nuestras fronteras. Y estas donaciones desinteresadas no hacen más que aumentar año tras año.

Un catedrático reservó hotel en Altea (¡bonita vecina!), pues pensaba en su fuero interno que tenía más glamour que Benidorm para alojarse. Un sábado por la tarde se le rompieron las gafas y él no podía pasar sin ellas todo el fin de semana. Preocupado, el estudioso cogió el coche y se acercó con su familia a Benidorm. Y un sábado, a altas horas de la noche, encontró una óptica abierta donde le arreglaron sus lentes. Feliz se sintió con ellas de nuevo -y probablemente con ganas de bailar-. Estamos hablando de una ciudad viva. Dónde no sólo se baila, sino que se estira el día hasta bien entrada la noche. La hora punta del paseo, con “atascos peatonales” y todo -que conste- gira en torno a las 22.30 horas.

Así que si Vd. ya sopló las sesenta velas en su tarta y por las circunstancias de una vida más comedida o con algunas ataduras no pudo en su juventud bailar horas y horas sin mirar el reloj, ahora puede, cumplidos los 60, “soltarse la melena”. En Benidorm le están esperando, incluso si ya está calvo. No importa, también será bienvenido.

Y cuando uno es feliz bailando, tenga la edad que tenga, entonces sólo cabe decir aquello de: ¡Qué no pare la música!

 

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