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Por si nos dan un Nobel

Empezamos el año con un poquito de optimismo. Además, dicen que en la vida nunca se puede decir “de este agua no beberé”. Si unimos, pues, una dosis de ilusión con una visión de futuro… ¡Oiga! que nunca se sabe pero, no quisiera yo que a Vds. algún día les dieran un premio Nobel y les pillara un poco desprevenidos el asunto, sin saber qué hacer, dónde ir o qué ponerse.

Museo Alfred Nobel

Así que el viaje de hoy tiene un propósito instructivo para saber qué hacer cuando les den el Premio Nobel. Y como tendrán que ir a recogerlo en persona, el destino hoy es Estocolmo. Porque, dejamos para otra ocasión –sería mucho imaginar- que el Nobel que les dieran fuera el de la Paz, que tendrían que ir a Oslo. Cosas de territorios que una vez eran uno y después por tensiones y divisiones, se han separado en dos países distintos. Y llegaron a esta solución “salomónica” de dejar en Oslo (Noruega) la entrega del Nobel de la Paz y, para los demás, el destino les espera en Estocolmo (Suecia).

Se trata de un recorrido a modo de inspección previa para una primera toma de contacto con los lugares vinculados al premio que pueden recibir. Es un paseo precioso, entre islas, de menos de una hora.

Recorremos el casco histórico de Estocolmo. Lo primero creo yo, más que nada por agradecimiento, sería “visitar” a Alfred Nobel, pues es él quien firmó la autoría del premio que van a tener en sus manos. Lo podemos conocer por su legado que está en el Museo Alfred Nobel, situado en una plaza pequeña, de esas con mucho encanto y cafeterías con terrazas. El museo tiene muchas cosas curiosas. Por ejemplo, nada más entrar podemos leer su testamento, que recoge la voluntad firme de crear estos premios. El manuscrito está abierto, lo que permite saber cómo surgió la idea: “tras profunda reflexión” precisaba. Mucha generosidad leí yo en estas páginas, pues añadía que “no se tuviera en cuenta la nacionalidad”, abriéndolos así al mundo entero. Como les decía, hay posibilidades de que Vds. puedan ser los agraciados.

En el hall del museo podrán conocer a todos los que les han antecedido en esta distinción y honor de recibir también un Nobel. Como son tantos, han tenido una idea muy inteligente. Van apareciendo en una plataforma movible colgada del techo todos los premiados –con sus fotos a modo de pequeños carteles-. Y, en un movimiento sin parar, podemos ir conociéndolos. A mí me pareció una bonita tarjeta de presentación pues se coloca a todos por igual, ya que están todos a la misma altura y van “circulando” por el raíl que está sujeto al techo. De esta forma ninguno destaca sobre los demás y tampoco nos olvidamos de los más ancianos. Si los hubieran colocado en una pared siempre habría dificultad de poder ver a los que estuvieran más altos.

Palacio Real. Cambio de Guardia

Palacio Real. Cambio de Guardia

La segunda parada, muy cerca, nos detiene en el palacio Real para conocer un poquito a quienes les entregarán en mano el premio. Para ir ya familiarizándose con temas de protocolo y ceremonial nada mejor que ver el cambio de guardia justo delante del palacio. Si pueden esperen hasta el final pues cuando ya se está terminando la ceremonia y los nuevos vigilantes ya están debidamente colocados en sus puestos, la banda de música a modo de despedida suele tocar alguna canción del grupo Abba. 

La tercera parada, también cerquita, es en el Palacio de Conciertos. A la hora de elegir cómo irán vestidos a la ceremonia, tengan en cuenta –por aquello de quedar en tonos armoniosos en las fotos en un momento tan importante en sus vidas- que el color azul es el que va a presidir la Ceremonia. Es en este lugar donde recibirán el diploma y la medalla. Llegado el momento, deberán contener los nervios. No hay peligro de que, con los nervios, el pulso les tiemble y la medalla se les pueda caer y empiece a rodar, estén tranquilos, va bien guardada en una caja.

Palacio de Conciertos

Palacio de Conciertos.

En este recorrido previo para hacernos al lugar, no puede faltar una última visita, también obligada: El Ayuntamiento ya que será en su salón (¡precioso!) donde tendrá lugar la cena de gala. Además de la medalla de oro, en este lugar recibirán también otra; Ésta segunda con un toque “delicioso”. Les cuento. En la decoración de las mesas, se utiliza la vajilla blanca –con perfiles dorados-. Y, a la hora del café (ya a estas alturas, los nervios serán cosa del pasado, no hay ya riesgo de taquicardia al beberlo), junto a la taza, les podrán una “medalla” idéntica en color y tamaño a la que han recibido pero, con el matiz de que ésta… ¡se puede comer! Es una chocolatina para que todos los comensales –premiados e invitados- “tengan su medalla”. A mí este detalle me gusta mucho. Por favor, no se vayan a confundir con la auténtica. Sí, sí la que deben guardar en lugar seguro pues su valor estimado es… ¡pura “dinamita”!

Sólo me queda, pues, darles la enhorabuena por el premio Nobel que pueden recibir pues, como decíamos al principio… ¡nunca se sabe lo que puede suceder!

¡Feliz año nuevo!

Paseo para recoge el premio Nobel

Paseo para recoger el premio Nobel

 

 

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