>

Blogs

Inma

Zona de embarque

Paseo por Noruega a… ¡gritos!

 

Sí, como lo oyen –y nunca mejor dicho lo de “oír”-, el grito es el guía de nuestro viaje. Y les anticipo: estarán deseando que les griten (y, a su vez, gritar). ¿Quién lo iba a decir? Por favor, no se tomen a mal esto de “viajar a gritos”.

Todo viaje tiene su punto de partida. El nuestro comienza con el famoso cuadro del pintor noruego Munch: “El Grito”. El aniversario de esta obra de arte inspiró una campaña de marketing chulísima que mostraba todo un país entero, con un único sonido: el del grito. La verdad es que tenía bien merecido este cuadro llegar a celebrar su 150 aniversario, después de los dos robos y las dos recuperaciones. ¡Y pensar que estuvo “escondido” debajo de la mesa donde una familia jugaba a las cartas! Se entiende que después de tantas “escapadas” de la sede, hoy no quede otra alternativa que verlo a través de un cristal blindado.

A priori es fácil asimilar un chillido con algo desagradable. Pero, los expertos de comunicación han sabido darle la vuelta al asunto de tal forma que, en algunos momentos un grito puede convertirse hasta en una sonrisa.

En este recorrido, todas –bueno casi todas- las vivencias que podemos tener en Noruega, quedan condensadas en un grito. Les pondré un ejemplo: Si al pedir la cuenta después de tomar un café o una cerveza, vemos que casi son cinco euros, a más de uno se nos escapará un grito.

Si después de una ruta de senderismo llegamos al punto más alto y desde él nos asomamos a ver un fiordo o una catarata, ¡se nos escapará a buen seguro otro grito de admiración!

Trazamos así una ruta por Noruega, con un “mapa” repleto de gritos. Eso sí, sin ningún ánimo de ofenderles. Todo lo contrario: que también se puede gritar de emoción y de alegría. ¡Verán que por ahí va la cosa!

Tengo que confesar que yo también grité. Les cuento: Una noche estamos alojados en unas casas de madera junto a un fiordo precioso. Después de cenar decidimos bañaros bajo la luz de la luna. Y todos terminamos dando gritos, no sólo por la temperatura del agua sino también por la alegría de despedir así un buen día.

Si la sonrisa es una prueba de alegría, verán que un grito… ¡también lo puede ser! Les dejo el enlace por si no me creen.

 

Y hoy, como no podía ser menos, me despido con un grito pero, a la española: ¡olé!

 

 

Temas

Curiosidades y crónicas viajeras

Sobre el autor


marzo 2015
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031