Mucho, ya lo creo. Les cuento. En los dos casos, hablamos de fronteras.
Y es que todos, lo queramos o no estamos, estamos familiarizados con ellas. En la zona del sur de Europa los límites a menudo quedaban delimitados con chumberas. ¡A ver el valiente que las atravesaba! Fijaban la extensión de una propiedad mejor que cualquier valla de cemento.
Damos un salto, desde lo que es una propiedad privada, a la extensión territorial de un país donde ya el tema de las fronteras tiene mucha enjundia legal, que si permisos, controles o visados. En Europa, el derecho a la libre circulación ha quedado plasmado en el Acuerdo Schengen. En resumen, la idea se basa en fortalecer los límites exteriores de la Unión Europea y, a cambio, suprimir todas las fronteras interiores entre los distintos países.
Pero claro, pensemos en un delincuente avispado que consiguiera atravesar un punto perimetral de la Unión. Esta persona, una vez que ha traspasado esta frontera exterior, tiene total libertad para poder circular por más de veinticinco países, sin ningún control interno. Esta es una de las grandes incidencias que la Policía ha puesto sobre la mesa como punto de mejora. Es cierto que en casos muy puntuales el Tratado puede quedar sin efecto, de forma temporal. Por ejemplo, durante algunos magnos eventos en los que se ha cerrado el espacio aéreo de un país concreto en cuestión.
Y es que el ser humano tiene una querencia natural a cruzar una frontera. Así me lo contaba un amigo guía turístico. Él hacía la ruta gallega y una de las excursiones optativas era cruzar a Portugal. Las personas mayores de estos viajes organizados (en especial los varones), el solo hecho de que en un mismo día pudieran estar en dos países (y de regreso, de nuevo, al suyo), era un incentivo para apuntarse a la excursión, pues muchos de ellos nunca antes tuvieron la oportunidad de salir de su país. Y con esta sola motivación cruzaban felices el puente sobre el Río Miño. Y es que, por mucho que uno ame a su patria, esta posibilidad de cruzar una frontera, tiene siempre su punto de aliciente.
Así las cosas, aquello de: “Su pasaporte por favor” en el seno de la Unión Europea se antoja desfasado. Pero, ojo al dato que, dentro de Europa, hay ciertos enclaves que están excluidos de la vigencia de este Tratado y en ellos sí debemos mostrar el pasaporte.