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Teruel, tierra de torres

 

Hoy tropezamos con la naturaleza nada más salir del centro histórico. ¿Cruzan conmigo extramuros? Prepárense, verán ante sus ojos un torrente de tierra.

Teruel es una de las ciudades más pequeñas de España (pugna con Soria en esta puntuación). Así que, atentos a quienes les guste pasear porque nada más salir de la muralla y cruzar el arrabal, ya se toparán con el ocre de la tierra rojiza.

Los colores de la naturaleza son siempre una preciosidad. Si dan este paseo a primera hora de la mañana, los reflejos del sol multiplican la belleza y, además, la ruta seguro que la compartirán con algún vecino con su perro; ancianos con bastón; señoras dicharacheras con zapato cómodo… con lo que la buena compañía está garantizada a esta hora. En  mi caso lo fue con chico con su perro que me hizo de guía en este recorrido.

El skyline de Teruel está trazado por las torres mudéjares. Son las hermanas decoradas de las “brutas” de nuestro paseo, sin ningún ánimo de ofender por supuesto. Eso sí, las dos son igual de espectaculares. Las de nuestra ruta han quedado así después de su explotación para las canteras.

Son conocidos como los “monotes” (está bien saber este sobrenombre por si se pierden).  Esta ruta no aparece en muchas guías oficiales de turismo. Yo la descubrí por casualidad. Fue gracias a una de esas conversaciones que surgen en la barra de los bares cenando y una chica turolense que estaba en el taburete vecino al nuestro, al oírnos, nos mostró las fotos de este lugar que tenía en su móvil. Y todos quedamos emplazados a ir a descubrirlas al amanecer del día siguiente.

Dicho y hecho: despertador, ducha, desayuno y… aquello de “pies para qué os quiero” para dejar que la naturaleza nos sorprendiera un poquito. Lo mejor es que no se necesita ser un experto en alta montaña. Tampoco escarpines ni material de neopreno específico. Nada de escalada en vertical. Bastan un par de zapatos cómodos y…. ¡ahí aparecerá la belleza de estas torres en estado bruto!

La primera impresión recuerda un poco a las Médulas de León. Pero, claro esto de las comparaciones nunca lo es a gusto de todos. Mi acompañante me insistía en que éstas eran mucho mejores. Yo, sinceramente, no me atrevía a llevarle la contraria, porque era tanta la belleza que sobraban razones.

Eso sí, sí después de ver esta grandeza, uno se queda con ganas de más. A mí me pasó. Entonces hay que ir a ver a las que decíamos son sus “hermanas mayores”: las Torres Mudéjares, en las que la mano del hombre ha convertido la tierra en una obra de arte.

 

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