La Región aportará cinco conjuntos a la salvaguarda y la puesta en valor del patrimonio moderno. Se trata del colegio de EGB Santa María del Carmen (de los proyectista Molina Serrano, Pérez Albacete y Ruipérez Abizanda) y el abandonado complejo residencial de Espinardo (de Enrique Sancho Ruano), ambos en Murcia; los apartamentos Golf Bungalow y Los Miradores, en La Manga Club, del arquitecto Bonet Castellana, y el grupo de viviendas Bungalows II de La Manga (Cartagena), de Corrales y Vázquez Molezún; y, por último, el poblado de colonización La Estacada (Jumilla), de José Luis Fernández del Amo.
Estas construcciones entrarán a formar parte del catálogo más selecto de la arquitectura del siglo XX, que elabora la Fundación Docomomo. Tras superar la criba de una comisión técnica, ahora solo debe cumplirse el trámite formal de recibir el visto bueno del máximo órgano de dicha organización. Será la próxima primavera, y todo apunta a que no podrá reparos. Según lo que ha trascendido de la reunión de dicha comisión de expertos, esos cinco elementos quedarán recogidos en el inventario de Docomomo Ibérico con la máxima categoría. Esto quiere decir que no han sufrido transformaciones irreversibles sobre su estado original. La Región colocará un sexto edificio, aunque en un escalafón inferior (nivel B): la antigua sede de Hefame, en el barrio murciano del Infante Juan Manuel.
La propuesta de estos ejemplos del llamado Movimiento Moderno partió del Colegio de Arquitectos de Murcia (Coamu). El proceso arrancó en 2014, cuando la Fundación Docomomo pidió candidatos porque iba a proceder a una ampliación temporal de su inventario que alcanzaría la década comprendida entre 1965 y 1975. Ahora, el citado archivo documental incluye una veintena de construcciones de la Región levantadas entre principios de los años 30 y mediados de los 60.
La inclusión en este catálogo supone un reconocimiento de primer orden, aunque solo tiene un valor testimonial. Que un edificio aparezca en esa base de datos no asegura su protección. En la Región existen varios ejemplos, como la casa de Miguel Fisac en Isla Plana (Cartagena), irreconocible tras las reformas que realizaron sus últimos propietarios, o la Central Lechera Murciana, de Daniel Carbonell Ruiz, pendiente de que la pala eche abajo este símbolo de la industrialización que vivió Murcia en los sesenta. Con todo, bienvenida sea la catalogación de estos cinco referentes de la arquitectura del siglo pasado (en las imágenes que acompañan a estas líneas), ya que, sin duda, contribuirá a la difusión de un patrimonio cercano pero que pasa inadvertido. Y mientras tanto seguimos a la espera de que la Consejería de Cultura se decida a reunir los ‘monumentos’ del XX en un documento que le otorgue la protección que merecen.