Las mejores vistas para las mejores casas. La postal idílica de Mazarrón se disfruta desde lo alto de Puntabela, al final de la dorada y extensa playa de Bolnuevo. Este mirador, donde antaño hubo un cuartel de la Guardia Civil, ofrece una panorámica espléndida de ese paisaje único, a los pies de la sierra de las Moreras, salpicado de calas vírgenes de aguas limpias. No es extraño pues que algunas de las más ostentosas mansiones de veraneo se levanten en la entrada a ese trocito de paraíso. Desde luego, no es algo nuevo; ya a finales de los setenta se construía por aquí. Así que este entorno puro y privilegiado permite hacer un recorrido por la arquitectura residencial turística de las últimas cuatro décadas, hasta nuestros días. Desde fincas como ‘La Puerta del Mar’, con amplias zonas verdes en terrazas que aprovechan la pendiente del terreno y estancias distribuidas en edificios de planta baja y toque rústico, a remedos pseudohistoricista, de cuestionable gusto, como el Castillo (hoy ‘mejorado’ con una piscina) que en la primera mitad de los ochenta sirvió como escenario para la película ‘Café, coca y puro’, del director Antonio del Real, con Antonio Resines, Fiorella Paltoyano y José Luis López Váquez entre el elenco de actores.
Entre los diseños más vanguardistas, dos llevan el sello del estudio de los totaneros Muher (con sedes también en Miami y Madrid). La residencia de más reciente construcción destaca frente a Piedra Mala, justo donde empieza el camino de las calas. Sobre un acantilado, con vistas a la isla de Cueva Lobos, la pareja de artistas ha jugado con un muro de cristal para que los inquilinos tengan la sensación de que la vivienda flota sobre el mar; la piscina contribuye a acrecentar esa experiencia.
Junto a los Muher, otro nombre destaca en la arquitectura contemporánea de Mazarrón: Pepa Díaz. La autora de la desaprovechada plaza de abastos de la Cresta del Gallo, con su poderosa y nemodernista fachada de ‘trencadis’, firma algunas de las mansiones más llamativas. En la urbanización Elcomar 2 sobresale una de sus creaciones, reconocible por la importancia que da a la luz natural, de estructura cúbica y cubierta plana, con una pared transparente, protegida por visera, para poner al alcance de los dueños el Mediterráneo y el monumento natural de las Gredas. Volúmenes marcados, cierto desorden que da movimiento, líneas puras y espacios diáfanos están presentes en otra de sus últimas obras, menos visible, en la Marina de Bolnuevo, si bien sus proyectos se reparten por varias urbanizaciones del municipio.
El magnetismo de la bahía de Mazarrón ya dejó una pincelada maestra para la arquitectura moderna. Entre 1964 y 1968, Miguel Fisac levantó su casa de veraneo (‘La cajonera’ la llamaron los vecinos) en Isla Plana, que aparece en los principales catálogos pese a la salvaje transformación a la que fue sometida hace unos años, dejándola casi irreconocible. El tiempo dirá si alguna de las nuevas mansiones de la costa mazarronera merecen pasar a la historia.