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Ana Ballabriga

A cara de libro

Carmen de Icaza y la ideología falangista

El objetivo principal de la literatura popular es el entretenimiento de los lectores. Pero en muchas ocasiones esta literatura ha servido como vía de transmisión ideológica (casi a la par de los púlpitos de las iglesias).

Carmen de Icaza. Fuente: La Razón

El auge lector se produjo en España a partir de los años 60, cuando Franco recibió un toque por parte de Europa para que alfabetizara a la población, ya que se necesitaba mano de obra cualificada para poder desarrollar el sector industrial (nada de ideales, pragmatismo). A partir de entonces, la literatura popular retomó el interés que ya habían tenido a principios del siglo XX en nuestro país, y cuya producción quedó mermada con la Guerra Civil. Así resurgió la popularidad de las novelas de quiosco, con nuevos autores como Corín Tellado (quien comenzó su vasta producción literaria en 1946) o Marcial Lafuente Estefanía (quien se adentró en la literatura estando preso en las cárceles franquistas). Pero, sin duda, una de las autoras precursoras de este resurgir, y que además gozó de una fama indiscutible en España, fue Carmen de Icaza.

Carmen de Icaza creció en un ambiente literario. Su padre era embajador mexicano y poeta, y organizaba tertulias literarias a las que asistían Juan Ramón Jiménez o Rubén Darío. De Icaza se crio en una familia aristocrática y tuvo acceso a una educación exquisita. Sin embargo, a la muerte de su padre en 1925 (cuando Carmen tenía 26 años), decide ayudar económicamente a la familia colaborando en la sección femenina de varios periódicos. Después se casó (con casi 31 años, una edad avanzada para la época), y con 33 años tuvo a su única hija.

Cristina Guzmán, profesora de idiomas

Su actividad como novelista comenzó en 1935 para terminar en 1960, con una decena de títulos publicados. Quizás su obra más famosa fuera «Cristina Guzmán, profesora de idiomas» (1936), ya que se convirtió primero en un serial radiofónico y después en dos adaptaciones cinematográficas, la primera supuso el debut en el cine de Fernando Fernán Gómez, y la última estuvo protagonizada por Rocío Dúrcal. La historia era de lo más rocambolesco: una viuda con un hijo a la que contratan para que, gracias al enorme parecido físico, suplante la identidad de una mujer que ha desaparecido dejando a su marido, enfermo del corazón, desolado.

Carmen de Icaza se especializó en estas historias donde las mujeres virtuosas que conseguían casarse con hombres adinerados y varoniles

Carmen de Icaza (miembro de la Sección Femenina de la Falange) se especializó en estas historias donde las mujeres virtuosas (y se entiende por virtud a la alegría juvenil combinada con modestia y discreción) conseguían casarse con hombres adinerados y varoniles (y se entiende por varonil a la madurez combinada con falta de expresión de sentimientos). Este tipo de literatura, que parece insustancial e inocua, no lo era tanto. A través de ella se marcaba el ideal de cómo debía de ser una mujer y de lo que debía esperar de un hombre. Carmen de Icaza afirmaba en una ocasión acerca de estas novelas: “〈Mi hija〉 empezará pronto a tenerlas. No veo ningún daño en que crea que los millonarios se casan con su mecanógrafa, cuando está colmada de virtudes”. Lástima que De Icaza no tuviera un hijo que llegara a casa presentando a su futura mujer, una mecanógrafa salida de un pueblo de provincias. Quizás no habría habido virtudes suficientes para calmar el disgusto de la aristócrata. Pero esto es elucubrar porque su hija María de la Paloma tuvo la suerte de casarse con un teniente coronel proveniente de una adinerada y noble familia (nada de soldador de la Seat) con quien llegó a tener varios hijos, entre ellos, Íñigo Méndez de Vigo Montojo, quien fuera ministro de Educación, Cultura y Deporte con Rajoy.

Lo curioso de esta novelista y de otras de la época es que se trataba de mujeres muy cultas, inteligentes e independientes, que tenían su propia profesión (la de escritora), que desarrollaban innumerables actividades fuera del hogar y para las que la maternidad o el matrimonio no eran el eje vertebrador de sus vidas. Sin embargo, en su literatura rendían pleitesía a los más altos ideales machistas y clasistas de la época.

Reseñas y otros desvaríos literarios

Sobre el autor

Escritora, formadora y podcaster / Escribo novelas de misterio a cuatro manos con David Zaplana. Ganamos el Premio Literario de Amazon / Podcast "Un día de libros" / Vídeos sobre novela negra y policíaca en Zenda Libros / www.ballabrigazaplana.com / Instagram-Twitter-Facebook-TikTok: @BallabrigaAna