El 26 de febrero se presentó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el libro «Heroínas», fruto de la tercera colaboración entre Iberdrola y Zenda. El libro contiene catorce relatos protagonizados por mujeres y abarcan todo tipo de géneros y épocas. Han sido escritos por siete escritoras y otros tantos escritores, y la edición ha corrido a cargo de Juan Gómez-Jurado. Por cierto, se pude descargar gratuitamente en Amazon y después tendrá el módico precio en digital de 0,99€. Un lanzamiento para conmemorar el 8 de marzo.
Pero hoy no quiero centrarme en los libros sino en los escritores. La presentación tuvo como padrino de honor a Arturo Pérez Reverte. Y allí estaban muchos de los escritores y escritoras del libro como Mikel Santiago, Raquel Martos, César Pérez Gellida, Blas Ruiz Grau o Espido Freire, y alguno que me dejo. También Juan Gómez-Jurado, el editor. Por supuesto, la gente de Zenda, como Leandro Pérez, el director, y muchos de los colaboradores (razón por la que estuve yo allí). Pero más allá de las brochetas de atún o las tablas de jamón ibérico, más allá de sacar del armario nuestros vestidos o camisetas de pose, los eventos literarios tienen un componente de ayuda mutua o de red de apoyo. En definitiva, funcionan como un grupo de autoayuda. Me explico.
Foto: Juan Gómez-Jurado
Los eventos literarios suponen el momento en el que quienes jugamos con las palabras nos reunimos y comenzamos a exponer las penosas condiciones de nuestro trabajo. Desde luego, nos ponemos al día de cómo va nuestra historia, de cuándo va a lanzarse el próximo libro, de si hemos recibido un encargo… Pero también hablamos de que lo que un escritor vale se mide por lo recaudado con su último libro. De lo fácil que es que una editorial no quiera volver a publicarte si no llegaste a un número mínimo de ventas. De lo difícil que es calibrar si tu historia va por buen camino o debes comenzar de nuevo. De que, aunque seas un escritor reconocido, tienes que permanecer activo en redes o en medios para que los lectores no se olviden de ti. Del desgaste que esto supone y del precio familiar que debes pagar (divorcios incluidos). Del desplome de las ventas. De que antes un bestseller lo era cuando rondaba el millón de ejemplares vendidos. De que hoy, con cien mil, te puedes dar con un canto en los dientes. De la incertidumbre y de las ganas de tirar la toalla. Pero, curiosamente, saber que a otros les pasan cosas similares (mejores o peores) ayuda a pensar que nos movemos dentro de la precaria normalidad. Hablar de lo que nos pasa con quienes nos comprenden, aprender de sus estrategias y que sus logros nos sirvan de motivación ayuda a continuar con este trabajo que, además de precioso, es solitario e incomprendido.
Por supuesto, les recomiendo que descarguen y lean «Heroínas». Este libro de relatos me ha hecho disfrutar de buena literatura, pero también ha sido la excusa para una nueva sesión de terapia.