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Ana Ballabriga

A cara de libro

Escritores que sueñan con Netflix

El éxito de una novela se valora en función de si se va a convertir en serie o película. Si es serie, mejor; si es para Netflix, el libro alcanza, en el imaginario colectivo, el Olimpo de los libros.

En muchas de las entrevistas que se hacen a escritores, sobre todo a los de género (terror, thriller o romance, por ejemplo), suele caer la pregunta tipo: “tu novela es muy cinematográfica, ¿la ves convertida en un guion de cine?”. La premisa hace que la mayoría de los escritores se sientan halagados; la pregunta, que les brillen los ojos deseando que haya un cazatalentos en la sala. Sin embargo, no nos engañemos, que un libro sea catalogado como cinematográfico no tiene por qué ser un halago.

No nos engañemos, que un libro sea catalogado como cinematográfico no tiene por qué ser un halago.

El cine y la literatura hablan lenguajes distintos. El cine se expresa sobre todo en el idioma del dinero. Los productores limitan a los guionistas y directores (salvo que sean Tarantino y dos o tres más) en cuanto a número y tipo de localizaciones, al número y tipo de secuencias de acción, y al número y tipo de personajes. En literatura, un escritor solo está limitado por sus conocimientos y su imaginación. Pero la diferencia más importante es que el cine es imagen mientras que el libro es palabra.

Si se limita el lenguaje de una novela (se renuncia a los recursos estilísticos y al lenguaje estilizado) para que las imágenes puedan ser trasladadas de una manera sencilla a la pantalla, el escritor está amputando las posibilidades que la literatura pone a su alcance. El guion es un elemento seco que espuma cuando un director lo transforma en imágenes y un elenco de actores le otorga verdad. Un libro no necesita de nada más que de palabras evocadoras.

¿Qué pasa con las editoriales? Al fin y al cabo, ellas son las que determinan cuáles son la mayoría de textos que se publican.

Sin embargo, hasta aquí he hablado de los escritores, pero ¿qué pasa con las editoriales? Al fin y al cabo, ellas son las que determinan cuáles son la mayoría de textos que se publican. Si echamos un vistazo a las mesas de las librerías nos daremos cuenta de que gran parte de los libros publicados son muy cinematográficos (en el peor sentido de la palabra). Es decir, están llenos de historias fáciles de seguir, relatadas con pocos recursos estilísticos y lenguaje coloquial. Las editoriales también hablan el idioma del dinero y un estilo cinematográfico implica que va a poder ser leído por un mayor número de lectores (desde adolescentes hasta ancianos, desde analfabetos funcionales hasta universitarios con máster).

Una novela adaptada a cine no va a proporcionar más lectores al libro, y los lectores que vean la adaptación se van a decepcionar. No nos olvidemos de que literatura y cine son lenguajes distintos y que no todos somos bilingües.

Eso sí, en un mundo cada vez menos literario, que una novela se adapte a un formato audiovisual es una manera de rentabilizar el mal pagado trabajo de escritor.

¿Sueñan los escritores con ovejas de celuloide?

Reseñas y otros desvaríos literarios

Sobre el autor

Escritora, formadora y podcaster / Escribo novelas de misterio a cuatro manos con David Zaplana. Ganamos el Premio Literario de Amazon / Podcast "Un día de libros" / Vídeos sobre novela negra y policíaca en Zenda Libros / www.ballabrigazaplana.com / Instagram-Twitter-Facebook-TikTok: @BallabrigaAna