Ten calma y paciencia, alma mía.
No se apresura el momento
porque tú lo adelantes en tu mente.
Las riendas del tiempo no responden
a tus súplicas.
Ya sé que no vives si no es en su presencia,
y que el aire penetra afilado en tu garganta,
y te abrasa el deseo en tus entrañas,
y la razón quiere hacer huelga
y perderte.
Sí, ya sé que jamás imaginaste
que pudieras amar de esa manera,
que no vives, que no duermes…
que sólo sueñas y esperas
una tarde, una hora, unos minutos
que te acerquen a esa cálida mirada,
a sus manos, a su cuerpo, a su palabra…
y que el resto del tiempo
es tiempo muerto, detestable, ausente.
No existe el tiempo si no es cercado
de caricias de tu amado,
no existe hábito mejor para tu cuerpo
que la ternura de sus manos.
Pero tienes que esperar,
aunque no sepas;
y aprender a vivir con sus ausencias,
porque hasta a ellas las colma
en la distancia su presencia.
Alma mía, si tanto le amas,
ten calma, ten paciencia.