Te quiero junto a mí
cuando llega el insomnio
como un huésped inesperado e inoportuno;
cuando me falta la palabra y el verso que la encofre.
Te quiero junto a mí
cuando deambule en mis tiempos muertos
habitados de fantasmas,
cuando naufrague en el tormento,
cuando la locura sea certera cerbatana contra la cordura.
Te quiero junto a mí
en mis triunfos, en las impensables caricias,
en mis silencios.
Junto a mí cuando la vida me cornea
y se me escapan las ilusiones por las heridas.
Cuando las hordas de la calentura
demoran las horas de la amanecida
y los recuerdos me asaltan con sus molestos insectos.
Junto a mí en la mediocridad de cada día,
en la esperanza bermeja de la aurora,
en la áspera memoria que la noche me provee,
con nocturnidad y alevosía.
Te quiero junto a mí,
en esta náusea insoportable de absoluto,
en este golpear el postigo de lo eterno
a cada instante…
Y a cada instante te quiero.
Pero no estás.
Y me siento como un epitafio
sobre la tumba de tu ausencia.
“Las Estaciones de la locura”
Ana María Tomás