Nacimos para ser felices.
No importa el engaño de los días
ahítos de tristeza,
ni el pan endurecido con tantas decepciones,
ni el agriado vino de las desilusiones,
ni el alud de tanto desconsuelo.
Con el sol amanece siempre la alegría
y maduran nuevas uvas en vides retorcidas.
Nacimos simiente, silo, odre, vino…
Y cada día nos trae azules esperanzas
que zarandean las losas de la aceptadumbre.
Nacimos para ser felices.
Y cada alba nos crecen alas
y renueva sus ramas el olvido.