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Ana María Tomás

Escribir es vivir

BRAVUCONES DE AMBULATORIO

Ya sabemos que no hay muchas razones para andar por la vida con la sonrisa puesta -aunque todo es cuestionable- pero una cosa es no sonreír y otra, bien distinta, es conducirse soltando exabruptos, amenazas e insultos.

Que levanten la mano aquellos que no se hayan tropezado, en un momento de su vida, con el valentón macarra y maleducado que sin razón alguna, o por muy poca, le ha soltado las ofensas o las coacciones más impensables…

Cuando el amenazado es un hombre, el amenazador, por regla general, suele disparar sus dardos más a la gestión profesional que personal, pero si la víctima de las agresiones es una mujer, entonces el insulto primero que les sale a este tipo de gentuza que no merecería tener una sola mujer en su vida es que está mal “follá”. Seguramente pensando que nadie como él, macho alfa donde los haya.

La mayoría de las veces, en los diferentes ámbitos imaginables, la agredida verbalmente (por suerte algunas veces sólo verbalmente) suele quedar un tanto… paralizada y pocas veces se le ocurre tomar medidas legales o responderle: “tu puta madre”, a fin de cuentas qué culpa tiene su pobre madre. Pero otras, y es lo que deberíamos hacer todas, toma las medidas legales y recurre a los cauces precisos para que el bravucón se piense muy mucho, en otras ocasiones, volver a soltar sus perlas preciosas.

Eso es lo que le ha ocurrido a una muy querida amiga, médico pediatra, que tiene que lidiar día sí y día también con las preocupaciones, las exigencias, las impertinencias y el nerviosismo de padres y abuelos de niños pequeños. Pero si hoy traigo esta historia hasta ustedes no es tanto por lo ocurrido, ya andamos saturados de desencuentros en ambulatorios y hospitales entre médicos o personal sanitario y pacientes cada vez más impacientes. No. Lo que hoy quiero contarles, igual que me lamento en numerosas ocasiones de lo mal que funciona la justicia, es lo bien que está vez ha funcionado. Estoy tan, tan, agradablemente sorprendida que ardo en deseos de contarlo a los cuatro vientos y de felicitar públicamente a los responsables del “Plan de Prevención de Agresiones al Personal del Servicio Murciano de Salud”. Creo que es bueno que lo sepan, tanto quienes pueden verse amenazados como aquellos que andan por la vida coaccionando. Les cuento: La agresión se produce un lunes, por las buenas y sin cita previa, porque el padre de la criatura no está de acuerdo con la medicación recetada el viernes anterior. Le exige a la doctora, entre insultos impronunciables y amenazas estilo mafia calabresa, que le pague lo que le costaron las medicinas. La facultativa pone los hechos en conocimiento de su coordinadora y de los responsables del plan de agresiones, que la visitan el martes. El miércoles pone la denuncia en la Jefatura Superior de Policía y ese mismo día por la tarde la llaman para decirle que el juicio será justo el viernes de esa misma semana ¿increíble, verdad? Pues es cierto. Y es una noticia por la que todos deberíamos felicitarnos. Otra: saber que el bravucón de ambulatorio, con el resultado del juicio: alejamiento de la doctora y paganini, ha debido perder las ganas de volver a armarla.

Decía Horacio que la justicia, aunque coja, rara vez dejaba de alcanzar al criminal en su carrera, por desgracia no siempre es así, pero en esta ocasión la muleta de la cojera ha servido para darle un muletazo en el bolsillo y en la cresta del gallito antes de que comenzara a andar.

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