La exclamación ¡la leche! Es tan versátil que igual nos sirve para un roto que para un descosido o, lo que es lo mismo, para asegurar que algo es buenísimo -imagino que como leche merengada- o malo de narices -como la leche agria-.
Y, como todos sabemos, refranes, chascarrillos o máximas están sacados de la sabiduría que proporciona la vida misma, por tanto, en esta ocasión como en otras muchas se ajusta a la realidad más cruda. La leche. Resulta que la leche materna es la causante de que nuestros hombres anden despoblados de espermatozoides. Sí, ya sé que dicho así suena algo extraño, pero no lo es. La doctora Marisa López-Teijón, del Institut Marquès, ha realizado un interesantísimo estudio que llega a la conclusión de que “la mala calidad del semen se relaciona con la transmisión de tóxicos durante el embarazo”. Casi “na”. Vamos, que no se trata ya de que los chicos puedan llevar o no una vida más o menos sana, como se pensaba; o que se tenga la culpa por lo ajustados que decidan llevar los vaqueros. Por mucho paquete que marquen…, el interior es farfolla. Pero, agárrense los machos, porque ahora viene lo mejor: Galicia es la comunidad con mejor calidad de semen, mientras que las mujeres catalanas, vamos, sus leches, son las que contienen un nivel de tóxicos de hasta cuatro veces superior al de las mujeres gallegas.
Una siempre ha sabido que leches como las que producen las vaquiñas galegas tenían poco que envidiarles al resto de nuestras leches, pero ahora… el que esa calidad no se quede sólo en las vacas, ni siquiera en las tetas de las mamás gallegas, sino que condicione la formación de los testículos y la fertilidad de los hijos… no me negarán que tiene leche, digo, tela.
Tengo una amiga catalana cuyo reloj biológico le está apremiando a ser madre. Ya antes de conocer este estudio, le rondaba la idea de ir a la romería de Ntra. Sra. De los Milagros, en Orense, pero ha sido saber que acumula en su organismo suficiente DDT como para matar las moscas de diez camiones de abono y pensar que más que de romería lo que va a hacer es buscarse un romero gallego que la plante por aquellas tierras. Porque, manda huevos, detectar que se tiene en el organismo un insecticida prohibido hace más de treinta años… es “pa” matarlos. Pero ¿a quién? Porque, a todo esto, ¿a quién se reclama? ¿Quién permite que el ser humano acumule más de treinta y ocho tóxicos, detectados y clasificados por este estudio que no sólo pone los pelos de punta, sino que nos convierte en tarros de insecticida. Cargamos con venenos considerados por el “Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente” como los contaminantes más nocivos fabricados por el ser humano… Que alguien me lo explique… Pesticidas, e insecticidas prohibidos desde hace años y, sin embargo, presentes en aire, comida, agua… Cómo es posible…
Cuando hace unos días salió la noticia en la televisión de la diferencia entre el semen de los gallegos y el de los catalanes, no faltó quien recurrió, rápidamente, al chiste fácil, ya saben: “había un gallego, un catalán…” Pero la cosa no es de chiste ni tiene la más mínima gracia.
Una vez más… y, tristemente, siempre, vuelven a primar intereses inconfesables, intereses económicos, intereses de unos pocos a los que no les importa lo que pueda salir de los testículos enfermos de unos, mientras ellos puedan hacer lo que les salga de los suyos.