
Ocurre algunas veces
-más bien pocas-,
que la vida te ofrece en bandeja de plata
el cuchillo y el cuello de tu mortal enemigo
y tú, entonces, apartando ambas cosas,
sonríes.
Y por vez primera
le muestras tu espalda y caminas.
Ahí está tu triunfo.
Y tu postrera venganza