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Ana María Tomás

Escribir es vivir

APARIENCIAS

Suele decirse que  “Las apariencias engañan”. Aun así, nos dejamos guiar de nuestro ojo de buen -en muchas ocasiones mal- cubero y etiquetamos a fuego, y a diestro y siniestro, a quienes sean o no frailes con tal de que lleven hábito.

Etiquetamos a cada momento, reconozcámoslo. Caminamos por la calle y nos tropezamos con alguien que nos llama la atención -lo mismo porque lo consideramos guapo, que porque sea “difícil” de mirar, no diré feo- y le plantamos la etiqueta: “Qué buenorro”, o “Qué adefesio”… En general no usamos el término medio.

Cacareamos, de boquini, claro, que nosotros somos… profundos, que no nos quedamos en la superficie de las personas, que miramos más allá de lo que aparenta, pero no es verdad. Ni aquí ni en Sebastopol. Que se lo digan, si no, al guaperas Omar Borkan, expulsado recientemente de Arabia Saudita precisamente por eso: por guapo. La verdad es que, más que guapo, es guapísimo y, según parece, un desperdicio de hombre (para las mujeres claro) porque es gay. De hecho, esa puede ser la verdadera razón de mandarlo fuera de su país con viento fresco: ya sabemos lo “tolerantes” que son en algunos lugares con los homosexuales. Con lo cual volvemos a lo mismo: las apariencias. Porque igual de gay no tiene nada, pero “si al andar caderea… y al mirar lo ojos mece… yo no digo que lo sea, pero sí que lo parece. Y si lo parece…

Aunque un ejemplo, de lo peor, de todo esto de las apariencias ocurrió hace algo más de un mes en Colombia. Y agárrense los machos porque es rizar el rizo: cuatro jóvenes universitarios (menos mal que tenían estudios, si no…) propinaron una brutal paliza al actor Mauricio Bastida porque hace de malo, muy malo, en una serie televisiva. No me digan que la cosa no ilustra y no viene a huevo con el tema que estamos tratando. No es ya que les pareciera que tenía pinta de malvado, sino que actuaba ¡actuaba! de malo en la televisión. Esto de confundir ficción con realidad es más peligroso que un bidé lleno de pirañas. Y que sea a manos de chicos con una cierta cultura es ya para echarse a temblar. Vamos, que se le ocurre al muchacho hacer de vampiro en una película y en lugar de atizarle una paliza con botellas le clavan una estaca directamente en el corazón. Y si, en lugar de tener estudios universitarios, hubieran estado más yermos… “pa” qué contar…

No podemos negar que seguimos viviendo de las apariencias: los pueblos, las ciudades, las capitales… que o son pequeñas o todas tienen barrios y, al final, terminamos siendo conocidos del quiosquero, del expendedor de hamburguesas o de las incontables viejasdelvisillo que están repartidas por el mundo. Seguimos, aunque sea de manera inconsciente, manteniendo la máxima de que no sólo hay que ser… lo que se sea, sino parecerlo. Porque en la apariencia está el poder. Ya decía Maquiavelo que “Pocos ven lo que somos, pero todos ven los que aparentamos”. Lo malo de esto es que puede ocurrir que, en ocasiones, tengamos esa extraña clarividencia -corazonada lo llaman- de ver a una serpiente venenosa justo con su piel escamosa y sus cascabelitos al final del cuerpo, pero en condiciones… llamémoslas: desfavorables, y, entonces, intentar convencernos de que quizá… sólo son apariencias, de que vamos a ser buenas personas y no vamos a quedarnos en la fachada, de que quién somos para juzgar, de que vamos a dar una oportunidad… Y, como relataba una fábula que me contaban de niña, resguardarla en nuestro pecho para darle calor. Pero, apenas la serpiente se ve con fuerzas, hunde sus colmillos y expande su veneno por el organismo que la devolvió a la vida, causándole la muerte.

Es verdad que nadie tiene la posibilidad de dar dos veces una buena primera impresión, pero también es verdad que dentro de cada uno de nosotros nos habitan múltiples actores cuya apariencia sí que daría para dar, no dos veces, sino bastantes más, una buena o mala primera impresión. Claro, que hay que tener cuidado donde se actúa, no vayan a venir algunos energúmenos y se líen a lanzarnos criptonita en bolos porque ya saben ellos que si eso a Superman lo elimina… que podrá hacer en nosotros.

 

 

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