Me encanta. Qué quieren que les diga… Ya sé que esta declaración abierta de no igualdad con el hombre puede tildarme de poco feminista, pero nada más lejos. A ver ¿quién ha dicho que feminismo sea únicamente equipararnos en todo al hombre? Con la cantidad de cosas que nosotras podemos hacer y que ellos no pueden. No recuerdo quien dijo que “Las mujeres que quieren ser igual que los hombres carecen de ambiciones”.
Yo quiero que seamos iguales en oportunidades, en desarrollo de capacidades, en puestos de responsabilidad, en sueldos ¡en sueldos!, pero eso no es óbice para que me guste que me abran la puerta, me acerquen la silla a la mesa o me la cedan, me inviten a cenar o me dejen la chaqueta si voy con un vestido de tirantes y refresca. Vamos, lo que toda la vida de Dios se ha dado en llamar por este suelo patrio: caballerosidad.
Pero, como la caballerosidad no está reñida con la ubicación planetaria (que diría alguna miembra), resulta que Seul sigue los pasos de Malasia, China, Australia, Austria y Alemania, entre otros, colocando en los aparcamientos para coches plazas especiales para mujeres. Pues sí, tal y como piensan, estas son más grandes, están más iluminadas y muuucho más cerca de la entrada a los centros comerciales. ¿Discriminación? Pues ¡viva la discriminación!
Desde hace algún tiempo, circulan una serie de consejos sobre seguridad femenina para evitar raptos y violaciones, entre ellos: evitar subirse al coche si, en el aparcamiento, hay alguien sospechoso dentro de los vehículos colindantes al nuestro y, desde luego, si se trata de una furgoneta salir por pies en busca de alguien que nos acompañe. Y eso está muy bien como consejo, pero ¿cómo saber si quien está dentro de los coches contiguos es sospechoso o no? Cuando todos sabemos que muchos de los asesinos no solo no han sido jamás sospechosos, sino que, además, son personas encantadoras y maravillosas incapaces de cometer un crimen (según todos los que los conocen), hasta que lo cometen. Y, por otra parte, ¿es necesario recordar que cuando necesitamos sacarnos las llaves del coche, éstas están siempre en la parte contraria a la mano que llevamos libre…? Pues lo mismico pasa con las personas: cuando necesitamos preguntar algo o que nos ayuden: Notán. Desaparecen. Así que, mejor prevenir que lamentar. Porque, señoras ¿qué me dicen de cuando vamos cargadicas como mulas de compra, de bolsas, de niños…? ¡Dremiadelamorhermoso! Cómo se agradecería tener el coche cerquica y no tener que andar haciendo equilibrios con la compra y los críos, y encima encontrarte que no puedes abrir la puerta porque el de al lado te ha pegado el coche de tal manera que tienes que subir compra críos y tú misma por el maletero.
Vamos, hombre, plazas amplias, iluminadas al máximo, cerca de la salida del centro comercial… y, encima, de color rosita. Si es que no se puede pedir más.
Pocos diseñadores piensan en los pies y en las espaldas de las mujeres a la hora de diseñar zapatos con unos tacones de infarto, ni tampoco puede decirse que algunos arquitectos lo hagan cuando se ponen a planificar el suelo de sus edificios, aquí tenemos, sin ir más lejos, el maravilloso e impresionante auditorio de Cartagena, con una terraza esplendida con unas todavía más esplendidas vistas cuyo suelo es un triturador de tacones femeninos (si alguien puede tomar nota… se agradecería). Así que, si hay cabezas pensantes que se dediquen a facilitarnos la vida un poco… ¿Le vamos a hacer mohínes? Ojalá las pusieran mañana mismo en todos los centros comerciales españoles.
Sí, ya sé… ahora vienen los chicos diciendo que vaya aldonada que he tenido, que tanto peligro de violación tienen los chicos como las chicas… hummmm… es posible, pero las estadísticas dicen lo contrario. Y que tanto compran los hombres como las mujeres… hummm… es posible, pero la práctica dice lo contrario. Además, tantos siglos discriminándonos negativamente ¿qué pasa ahora porque nos arrimen un poco el ascua a nuestra sardina? Quien pille un rebote por esto que piense un poco antes en su mujer, en sus hermanas, en sus hijas…
Dicen las noticias que, de momento, nosotras, que somos muy nuestras, para demostrar que no necesitamos más de nada: ni sitio, ni luz, ni narices, no aparcamos en esas plazas especiales, pues genial también, porque lo maravilloso de todo es que podamos tener la libertad de elegir, yo conozco a muchas mujeres que serían las más felices del mundo por tener la oportunidad de aparcar en ellas. Como también conozco a hombres que estarían encantados de poder hacerlo y no tener que preguntar a sus mujeres: “Cariño, ¿he aparcado cerca de la acera?” Para escuchar la respuesta de ellas: “¿De cuál de las dos, amor?”