Mi vecino se quedó de una pieza cuando su mujer le dijo que había tenido relaciones sexuales con un hombre de otro planeta. En un primer momento pensó que se le había ido la olla y que no hilaba fino pero cuando le preguntó con sorna que de qué planeta era y ella le contestó que de “Planeta Agostini” se le quitaron de golpe las ganas de reírse de ella. Y no es que nos hayan invadido alienígenas del citado lugar, pero sí de otro mucho peor. Mis queridos lectores, sirva este artículo para avisarles de que un terrible peligro se cierne sobre los humanos. Nadie sabe dónde han conseguido aterrizar sus naves sin ser vistos, pero lo cierto es que nos han invadido los habitantes del planeta de los Espantajos.
Adquieren formas diversas: de concursantes de mil y un “pograma” de televisión, de tertulianos, de seudoperiodistas, de madres de cantantes, de ex del ex de alguna famosilla, de políticos varios, de abogados, de jueces, de actores…, ¡uf! y hasta de aspirantes a presidentes y presidentes de gobierno. Sí señores, como lo oyen, o, mejor dicho, como lo leen.
Les podría decir que estamos ante una trama bien urdida para confundir a los terrícolas e imponer su mundo sobre el nuestro, y la verdad es que cada vez tiene más terreno, pero basta con poner un poco de atención, o un mucha, para darse cuenta de que sólo es un recurso pueril y cándido, diseñado únicamente para ignorantes. Les explico: mientras están callados y quietos pueden parecer realmente lo que quieren parecer, y es fácil engañarnos, pero en cuanto se mueven o abren la boca ¡zas! La han cagado y ellos mismos se han descubierto, eso sí, ante una mente analítica e inteligente.
Y es que la característica que los identifica es la estulticia en grado superlativo. Claro, que también en eso de la estupidez hay grados, los hay inofensivos y que sólo son condenables con la risa, por ejemplo el de algún espantajo que anda a todas horas buscando estar en el candelero porque se considera la más guapa, la más delgada, la más deseable, la que sube las audiencias (y no precisamente por su exquisitez en el vocabulario o en modales), y que si el mundo sigue girando se lo debemos a ella. Otros, menos inofensivos, pero que incitan de igual manera al castigo del ridículo y la carcajada son reconocidos por sus bobas brabuconadas y su despreciable sentido de la ética más elemental, son aquellos que estando es un escalafón inferior y a merced de aquel que está por encima, se atreven a amenazar y a escupir hacia arriba. Si vamos subiendo en el grado de actuaciones preocupantes nos encontramos con especímenes aviesos y egoístas que hasta la mierda la quieren para ellos solos (y no digamos el agua), y si hablamos de otra cosa, pongamos de política, son capaces de mantener en vilo a los ciudadanos de todo un país sin ser capaces de ponerse de acuerdo, acercar posturas o solucionar de una puñetera vez situaciones absolutamente increíbles.
En fin, hay innumerables ejemplos para poder desenmascarar a este tipo de alienígena, o sea, que el problema no está ahí, el problema (además de tener que soportar la necedad, el egoísmo, la frialdad, o la idiotez de estos mentecatos, que no es poco) está en la impotencia de no poder actuar en numerosas y determinadas ocasiones. Pues al abducir la personalidad de jueces, abogados, políticos o ciudadanos de a pie y, por consiguiente, actuar como tales quienes no dejan de ser “espantajos” están ocasionado problemas irreversibles para los humanos.
¿Cómo pueden pretender convencernos de que espantajadas como complejos de superioridad, chulerías políticas, nacionalismos aberrantes, acaparamientos de bienes nacionales mediante robos masivos, impasibilidad ante invasiones y guerras a pueblos paupérrimos, silencios humillantes y vergonzosos… etc, son actuaciones normales, lúcidas o reglamentarias? Vamos, para nada.
Así que, mis queridos lectores, ya están avisados. Sólo nos queda crear una plataforma de lucha contra esta invasión y, como descubrirlos no es tan difícil, una vez los tengamos localizados ayudarles a volver a su planeta, bien con su nave, bien con una carretilla en el culo. Incluso podemos darles a elegir.