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Ana María Tomás

Escribir es vivir

¿Estamos locos?

 

Lo de la pregunta es retórica pura porque la realidad es que sí, estamos locos. Estamos locos o, mejor dicho, están locos. Muchos jóvenes de esta sociedad están locos de atar o son unos canallas hijos de Satanás a los que habría que hacer confetis y lanzarlos por el borde de la línea azul que abraza a la tierra en el horizonte.

 

En los primeros cinco días de este año recién estrenado llevamos la friolera de varias violaciones en grupo. Dos payos rumanos abordan e introducen en un coche a una chica de diecisiete años cuando volvía de celebrar la Nochevieja con sus amigos en una carpa, algo que han hecho cientos de jóvenes como su hija o la mía en numerosas ocasiones, se ha convertido ahora más que nunca en un peligro a la hora de regresar a casa. Cuatro insensatos ecuatorianos, que se definen como “Los reyes de la noche”, se llevan a otra menor hasta la casa de uno de ellos y la violan todos grabando, además, los hechos. La hermana de uno de ellos que presenció la brutal agresión fue quien llamó a la policía. Y yo me quedo perpleja. Pero cómo se puede hacer semejante cosa sin pensar, por un momento, que alguien se lo puede hacer a tu propia hermana…, sin tener un mínimo de empatía… Mientras, en Argentina, tres violaciones en manada en el mismo día encienden todas las alarmas. Probablemente sean muchas más -de hecho, los detenidos por la violación ocurrida en Alicante están siendo investigados por indicios de otras posibles violaciones- silenciadas por desconocimiento de la propia víctima que, en muchos casos, es drogada e incapaz de recordar lo que ha sucedido o de identificar a los criminales.

 

Escapa a mi comprensión, e imagino, que a la de muchos de ustedes, poder entender qué pasa en la mente de esos tipejos que se reúnen cobardemente en manada para violar a una chica, muchas veces menor de edad. ¿Qué pasa? ¿Qué es lo que está ocurriendo? Habrá que preguntarse qué estamos haciendo mal, qué es lo que no hace correctamente la sociedad para erradicar este tipo de atrocidades o por qué no se les castiga de manera ejemplarizante. ¿Dónde estaba metida tanta gentuza para que ahora proliferen como el peor de los virus de una epidemia? Igual estaban como aquellas sabandijas extraterrestes de la película “La guerra de los mundos” hibernando bajo tierra por cientos de años para despertar de pronto todas de golpe en distintos lugares y destruir al ser humano. ¿Por qué antes de la “manada” de los sanfermines nunca habíamos escuchado este tipo de comportamientos? Obviamente hay violaciones todos los días, conocidas, silenciadas, denunciadas, “aceptadas”, utilizadas como arma de guerra, de destrucción de comunidades, de metodología de extinción de voluntades… pero ¿envalentonados en grupo?… La abogada Lorena Iglesias que ofrece asesoramiento a víctimas de abuso sexual mantiene que estos comportamientos se sustentan en el poder social legitimado por el patriarcado que tienen los varones en donde puede cosificarse a la mujer porque sienten que tienen poder para disponer de ella cómo y cuando les plazca.

 

Y parece ser que ahora que las mujeres alzamos de manera más contundente la voz es preciso acallarnos de la única forma atávica que saben, de manera perversa con la fuerza cobarde de la jauría y sometiéndonos penetrándonos.

 

Ya no puede decirse que sea un hecho aislado, se comete aquí y allá bajo la “seguridad” del pacto compartido de silencio y de la falta de un escarmiento ejemplar que no sería más que un acto de justicia.

 

Es todo tan vomitivo, tan terriblemente repugnante que me deja sin palabras. De qué sirve que se desate una alarma social, si luego con la perversa interpretación de las palabras, de las leyes, de los matices… esta gentuza sigue estando en la calle y otros de igual calaña se dedican a copiar, a emular semejantes hazañas.

 

Estamos locos, sí. Locos esos criminales, atrapados en una locura tóxica y malvada. Y locos de incomprensión, de desconcierto, de rabia, de impotencia el resto del mundo.

 

 

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