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Ana María Tomás

Escribir es vivir

Felicidad y Superación

Resulta extraño, como poco, que se pueda hablar de felicidad cuando el corazón esta constreñido por la tristeza, sobre todo si esa tristeza viene del sufrimiento de tener un hijo pequeño con cáncer. Sin embargo, esos padres que tanto saben de lidiar con el dolor, al tiempo que colocan sobre sus labios una eterna sonrisa para que sus niños no intuyan el más leve atisbo de miedo o preocupación, también experimentan la íntima alegría de verlos sonreír con las ocurrencias de los payasos que recorren las habitaciones del hospital “Virgen de la Arrixaca”, y los acompañan con sus rojas y redondas narices, no solo en su aislamiento y ansiedad, sino hasta los quirófanos.

 

Y llegados a este punto, si se junta el hambre con las ganas de comer, la miel sobre hojuelas o, lo que es lo mismo, Afacmur (Asociación de familiares de niños con cáncer de la región de Murcia) y Pupaclown (profesionales del Clown, la psicología infantil, la medicina y el trabajo social) el resultado puede ser toda una epifanía de maravillosa energía puesta en movimiento en una jornada de Felicidad y Superación que ha desbordado cualquier expectativa al respecto.

 

Me decía, hace unos días, Adolfo Espín, uno de los miembros de Afacmur, que desde hacía trece años que se enteró de un congreso que promovió una gran marca de refrescos sobre la “Felicidad” no había dejado de pensar en realizar algo así en Murcia. Evidentemente, no a pequeña escala, sino a escalííííca pequeña y humilde. Sin embargo, aunque tardó en hacerlo, lo cierto es que se le fue de las manos, y ni le salió tan a pequeña escala ni se le quedó en cosa humilde. Y es que cuando se pone el corazón en un sueño, y más si ese sueño es para hacer felices a niños que están padeciendo en sus carnes tan terrible enfermedad, a la fuerza el universo conspira para concederles aquello que están proyectando.

 

¿Han oído ustedes hablar de “El árbol de los sueños”, en la Arrixaca? Pues son, nada más y nada menos, que mil doscientos metros de terraza en el hospital convertidos en un delicioso jardín de juegos que esos esforzados padres junto con Afadeca (Asociación de famosos y deportistas contra el cáncer) han logrado a base de diferentes iniciativas para recaudar fondos y poder hacer un poco más feliz la estancia de los niños en el hospital. Porque de eso se trata, de intentar ser feliz, incluso a pesar de las circunstancias que la vida nos pone, a veces tan, tan, duras.

 

Todos deseamos ser amados por la felicidad, pero la felicidad no es abstemia y, como dice “La Cabra Mecánica” en una de sus canciones, cuando sale sola a bailar se toma dos copas de más y se le olvida que nos quiere. Así que, conociendo su volubilidad, más que la piuma al vento de Rigoletto, todos adaptamos, sabiamente, nuestra idea de felicidad a las circunstancias que nos toca vivir con tal de atraparla aunque sea de las puntas de sus crines. Y de eso nos han hablado personas tan variopintas como el escritor Jerónimo Tristante, el pintor Álvaro Peña, la poeta Magdalena Sánchez Blesa o Consuelo García, entre otros muchos, de disciplinas tan diversas como el teatro, la filosofía, el periodismo, la sexología, el deporte, la medicina… etc. Todo un elenco de lujo digno del más aplaudido y exitoso congreso internacional sobre el tema.

 

Fueron muchos los enfoques, los testimonios, las experiencias que allí se pusieron en común, Y todas ellas iban llenando una especie de cuerno de la felicidad que terminó por desparramarse entre los presentes en una ambivalencia extraña de felicidad y llanto.

 

Felicidad y superación… sí, casi todo lo que escuchábamos trataba de eso, incluso cuando se hablaba de la muerte. Pero si he de quedarme con alguna ponencia…, sin desmerecer a ninguna, para la “felicidad” elijo la intervención de Carolina Cánovas, como representante de la “Fundación Ambulancia del deseo”. Y como “superación” la de Ana García, ingeniera de sonrisas. Una chica que afirmaba que su vida iba sobre ruedas… desde que un cáncer medular la dejó postrada en una silla. Ella es el vivo ejemplo de que no siempre “querer es poder”, pero sí de que “hace más el que quiere que el que puede”, y con sus ruedas, su sonrisa imborrable, su ternura y un perro adorable que la ayudaba en todo, nos dio una lección que todos sabemos, y que todos olvidamos en cuanto mejoran nuestras circunstancias: que puede que la vida nos de limones, pero que siempre podemos hacer la mejor de las limonadas.

 

Y es que nacimos para ser felices, a pesar de las decepciones de cada día, porque con el sol renace siempre la esperanza, y el olvido renueva sus ramas.

 

Felicidades y gracias a todos los que nos han recordado la famosa frase de “Cantinflas”: “La primera obligación de todo ser humano es ser feliz, la segunda hacer felices a los demás”.

 

 

 

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