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Ana María Tomás

Escribir es vivir

El amor es tabú

Está claro que el estado ideal del ser humano es sentirse amado y poder expresar a otros congéneres ese amor que, por propia naturaleza, brota del corazón. Pero lo cierto es que nos movemos en un mundo en donde todo esta tan banalizado, que parece que hablar de sexo nunca antes fue tabú mientras que hacerlo del amor sí ha pasado a serlo.

Hablamos de sexo igual que del tiempo que hace y anhelamos entregarnos y que se nos entreguen sin más, sin compromisos, sin que me cuenten su vida, lo bien o lo mal que les ha ido, si tienen trabajo, o si han de salir al día siguiente corriendo a toda velocidad una vez consumado el acto sexual. Porque aquí lo que cuenta son las relaciones rápidas, esporádicas, consumir sexo como se consume la comida basura. Y, si te he visto no me acuerdo. Ahorro total de desengaños, de complicaciones, de obligaciones, de cuidados, de traiciones… Es como si todos estuviésemos de vuelta de todo, como si llevásemos las espaldas marcadas con deserciones que no queremos volver a revivir nunca más.

Se entiende, así, el triunfo total de las páginas de citas, tan variadas y numerosas, los programas de televisión en donde, supuestamente, alguien estudia las características de cada uno y procura emparejar para una cena según afinidades -que me río yo de los emparejamientos, ni que lo hiciera el pájaro loco-, aunque, es cierto que, a veces, hasta resulta. Imagino que será la proporción aplicable a la máxima de “toda regla tiene su excepción”.

Y es que, como el mundo va a toda leche, en lugar de pararnos un poquito…, de ser conscientes en primer lugar de nuestro valor, de lo que podemos aportar a los demás, de sentirnos bien en nuestra piel… y después mirar alrededor para ver qué podemos ofrecer y que al mismo tiempo nos enriquezca a nosotros, vamos exhibiendo y paseando nuestras limitaciones, nuestro sentirnos medias naranjas, nuestra búsqueda improductiva de que alguien nos sacie, nos complete, nos dé aquello que, para completarnos eficazmente, sólo podemos darnos nosotros mismos. Y así nos va. Hablando mucho de carne y muy poco de lo que hay debajo de ella, y no me refiero a las vísceras, sino al alma. Eso sí que es tabú de cojones.

Hace unos días vi una película de esas que eliges para echarte un sueñecico, una comedia supuestamente romántica en donde la protagonista, una chica gordita, no se amaba nada de nada. La primera escena de la peli refleja su infancia cuando ella soñaba con ser como Julia Robert y su madre le corta de un plumazo sus sueños asegurandole que a las gordas como ella no las quería nadie y todos terminaban por abandonarlas. Con ese comienzo y siendo una comedia supuse que el director no sería tan cabrón como para no darle un fin a la altura de lo que se esperaba. Pues, fíjense, la película me gustó y no me dejó echar la siesta. Me hizo sufrir todo el tiempo que duró que la pobre chica siendo arquitecta, solo por estar gordita, fuera utilizada por todos los compañeros, sin respeto ni consideración alguna, como chica para todo. Ella estaba tan convencida de no ser merecedora de ser amada que no sólo lo había asumido en su vida como lo más normal del mundo, sino que era absolutamente inmune al amor que le profesaba rendidamente un compañero de trabajo. No les quiero jorobar la peli por si deciden verla, se llama “¿No es romántico?”, pero sí les diré que una vez que ella toma conciencia de su valor, una vez que decide amarse, toda su vida cambia. Cambia la forma que tenía de mirar a los demás, pero, sobre todo, cambia la forma de mirarse a sí misma.

Yo escucho las conversaciones de las parejas en el programa televisivo de las citas y les aseguro que muchas veces alucino como si me tomara un chupito amazónico de ayahuasca. Es cierto que, en una primera cita, no se va a hablar de amor, pero digo yo, aunque me llamen anacrónica, que tampoco veo muy claro que, si lo que se va buscando es amor, se hable de tamaños o de las veces que se aguantaría un evite tras otro en la cama. ¡Si Gustavo Adolfo Bécquer levantara la cabeza…! Y es que hablar de batallas carnales no es que este mal, pero que hablar del amor haya pasado a ser tema tabú… sí creo que es algo preocupante. Porque, por muy divertido y necesario que sea practicar sexo no deja de ser vaciar el cuerpo, mientras que hacer el amor es llenar el alma.

 

 

 

 

 

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