Me precio de tener amigos que caminan en todas direcciones, léase de izquierdas, derechas, de centro, pacifistas, revolucionarios, creyentes, agnósticos, ateos y los eclécticos, que son los más difíciles de clasificar, entre los que me encuentro. De todos aprendo algo y son, precisamente, esas diferencias las que nos enriquecen a todos porque si algo compartimos es el respeto, el profundo respeto, por la ideología o las creencias del otro. Por eso me produce mucho más desasosiego encontrarme con actos vandálicos como los protagonizados por algunos alumnos de la Facultad de Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid que no tuvieron mejor idea que la de asaltar una capilla del Campus de Somosaguas en un acto cargado de ofensas, insultos, obscenidades y agravios contra los católicos.
Por fortuna estamos en un país que se proclama aconfesional, o sea, que nadie les pide a quienes se definen como izquierdistas radicales que crean o dejen de creer en más dios o mandamientos que los que ellos mismos se impongan. Ningún católico creo que vaya tras ellos obligándoles a entrar en el “obsoleto” club de la Iglesia Católica. Considero, por tanto, que también ellos deberían dejar tranquilos a quienes no pertenezcan a su club de superchachiprogres.
Ellos se llaman progresistas, aunque yo los llamaría cobardes del tres al cuarto. Me gustaría a mí ver la valentía que se gastarían para atacar a los creyentes en alguno de los países islamistas, me gustaría a mí ver a las niñatas estas quitándose el sujetador y realizando actos obscenos en alguna mezquita árabe, me encantaría ver los huevos que le echan a la hora de proferir insultos contra Alá y su profeta. Sin embargo, son muy valientes con el Dios cristiano, muy progresistas ante los “cobardes” católicos que se encontraban en la capilla y quedaron estupefactos ante tanto despliegue de “valentía” acertando sólo a agachar la cabeza y rezar en lugar de hacer como ya hizo Jesucristo hace unos cuantos años: agarrar una látigo y correrlos a todos a latigazo limpio. ¿Poco tolerante? ¿Están pensando que soy poco tolerante ante tan desproporcionada desvergüenza…? Es posible. Quizá porque el día que repartieron la tolerancia sólo llegaron a tiempo de recibirla los radicales de izquierda, los valientes radicales que se autoproclaman “tolerantes” y, a la vista está, lo demuestran. Demuestran su tolerancia con quienes se confiesan católicos -¡ojo! ca-tó-li-cos, expresan su tolerancia con gratuitas ofensas puras y duras. Manifiestan su absoluta tolerancia con insultos y agravios… pero eso sí, ellos son muy tolerantes, muy respetuosos. Siempre dando lo mismo que piden para ellos.
Así que, ahí están los “intolerantes” afrontando con pasividad las canalladas, los “delitos contra la libertad de conciencia y los sentimientos religiosos” -porque lo que hicieron es un delito en toda regla aunque les quede absolutamente impune-, sintiéndose desprotegidos frente a quienes son muy “tolerantes y valientes” con quienes saben que no actuarán con ellos como lo harían hermanos de otra religión.
De todas formas Mahatma Gandhi venía a decir algo así como que a una civilización se la conocía por la forma en que trataba a sus animales, así que creo que, es ese aspecto y como se ha demostrado, los “intolerantes” han pasado la prueba.
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