Acabo de recibir en un correo electrónico algunos síntomas patológicos que aparecen con la edad y la forma de tratarlos. Paso a indicárselos: “Dificultad de perder peso; lo que está faltando: ácidos grasos esenciales y vitamina A; dónde obtenerlo: semillas de linaza, zanahoria y salmón. Retención de líquidos; lo que está faltando: es un desequilibrio entre potasio, fósforo y sodio; dónde obtenerlo: agua de coco, ciruela, almendras. Acelgas. Necesidad de comer dulces; lo que está faltando: cromo; Dónde obtenerlo: cereales integrales, nueces, plátano. Desánimo, apatía, rabia, insatisfacción; lo que está faltando: dinero y buen sexo; dónde obtenerlo… si llegas a saberlo no seas egoísta y dímelo, joder, mira toda la información que te he pasado”. Sí, sí, ustedes ríanse, pero aquí, el señor Boi Ruiz ha destapado la caja de los truenos diciéndonos, bueno, diciéndoles a nuestros hermanos catalanes que los responsables de su salud son ellos mismos. Que digo yo que no entiendo a qué tanto revuelo con afirmaciones que tienen mucho de verdad.
Hombre, quizá al ser Consejero de Salud, no haya estado muy fino al asegurar que la salud depende del código genético, cosa, por otra parte, que es absolutamente cierta, por ejemplo, cuando las mujeres nos hacemos revisiones de cáncer de mama, si hay antecedentes en la familia, somos miradas con una lupa más grande que el resto; por no hablar de hemofilia y de cantidad de enfermedades que pasan directa y genéticamente de padres a hijos, pero, bueno, todos sabemos que ya que los políticos gastan tanto maquillaje para decir algunas cosas, pues bien podría haber hecho lo mismo el señor Boi para denunciar que cada día –sí, cada día- se dejan colgadas en Cataluña 1.300 visitas a especialistas porque los enfermos no acuden a ellas.
La verdad es que entiendo que esté hasta los “cullons” y que haya soltado la lengua. El buen hombre, con un cabreo morrocotonudo ha disparado con que “la salud es un bien privado que depende de uno mismo y no del Estado”, eso, aunque creo ya fue dicho antes, debería de haberlo matizado porque así, tal y como suena, más parece que se quiera dar un paso de gigante para atrás que reconocer que, aunque la salud es un derecho también lo es el que nosotros mismos cuidemos de ella.
Tener la Sanidad que tenemos es un lujo. Y miren, no me vengan diciendo que si listas, que si poco tiempo, que si mala leche de los médicos, las enfermeras o de quien da las citas, porque todo eso es nada si se sientan delante de sus deuvedés, se ponen la película John Q. y se enteran de cómo va el tema de la sanidad en uno de los países más poderoso y con más recursos del mundo, o sea EEUU.
Pues claro que nuestra sanidad tiene deficiencias y, probablemente, muchos hijos de señoras de moral distraída, y que es posible que se nos olvide de ir a las consultas de especialistas porque nos las dan para cuando ya estemos curados o muertos, pero no es menos cierto que, dejando demagogias y tocapelotas, tenemos la obligación de aprovechar al máximo los recursos que tenemos y, desde luego, nosotros mismos somos los primeros responsables de nuestra propia salud. No podemos andar metiéndonos en el cuerpo cuantas sustancias nos envenenen y pretender quedarnos como nuevos con una receta del médico. ¿Acaso no saben que nuestro refranero siempre nos advirtió que “más mató la receta que la escopeta”? Pues eso.