Bajo el título de “¿Por qué se hacen esto?” el Magazine de hace un par de semanas mostraba tres fotos patéticas de Sarah Jessica Parker, Angelina Jolie y Elisabetta Canalis absolutamente en los huesos. No sé si las habrán visto ustedes, pero les aseguro que, comparadas con algunos de los presos del campo de concentración de Auschwitz el día de su liberación, no muestran diferencia alguna, son tres sacos de huesos, tres perchas esqueléticas y cadavéricas.
Que ¿por qué lo hacen? Por la misma razón que Lady Gaga se ha visto obligada a fotografiarse en ropa interior y colgar esas fotos en su web harta de las críticas recibidas por su subida de peso ¡Subida de peso! ¡Demiadelamorhermoso! Pero si estará en una talla treinta y ocho como mucho. O por la misma razón que, ayer mismo, la periodista americana Jennifer Livingston, harta de recibir insultos hirientes por su generosa figura se enfrentó en directo con un capullo, abogado forofo de la gimnasia, que se creía con derecho a llamarla gorda.
Que ¿por qué lo hacen…? Yo se lo diré: por pura y dura presión de una sociedad cada vez más “oriunda a la cortesana” o, lo que es lo mismo, cada vez más hija de puta en donde no hay lugar para aquellos que se salen de sus estereotipos. Pero ¿qué estereotipos? Pues el de seguir dieta tras dieta con tal de caber en una ropa andrógina e infantil, machacarse hora tras hora en los gimnasios y enfermar de anorexia para gustar a… ¿a quién? Porque esa es la pregunta del millón. Desde luego, a nuestros hombres, no. La misma Lady Gaga, con sólo unos kilitos de más -que habría que verla desnuda antes- afirma que a su novio le gusta mucho más con curvas. Por supuesto, a su novio, al mío, al de esa y al de la otra. A cualquier hombre que se le pregunte, responderá que le gustaría sentir junto a él a una mujer mínimamente sensual en lugar de pensar que esta haciendo el amor con una antena televisiva.
Una y otra y otra vez volvemos a lo mismo: a eliminar a la mujer, sus curvas, sus caderas, su esplendor. Antes del verano con la temida “operación bikini”, después del verano con la lucha a algún kilo ganado con unos helados. Antes dela Navidadpara lucir escote con el traje de Nochevieja y, tras los turrones, para eliminar los supuestos excesos navideños. No importa que todas sepamos que nos están engañando y anulando, ni que seamos conscientes de que, cuando estamos a dieta, estamos malhumoradas y depresivas, o de que basta con dejarnos llevar por unas simples cervezas con papas y aceitunas para sentimos las reinas del mambo. No importa saber que estamos siendo manipuladas de manera incruenta por desconocidos que marcan pautas absurdas e inseguibles: no se puede vivir en perpetua penitencia de chuga y chuga, es decir: palitos de lechuga y pechuga. Y lo peor de todo es que quienes podrían arrojar un poco de esperanza en este mar de huesos no sólo no lo hacen, sino que no les importa mostrar impúdicamente su osamenta.
Miren, dejando al margen lo buena o mala cantante que pueda ser Lady Gaga, les confieso que me caía como el culo por sus estrambóticas vestimentas y sus andamios zapateriles, pero tener la valentía, con la que está cayendo, de crear una web a la que ha bautizado con el nombre de “Body revolutión” (la revolución del cuerpo), por sólo unos kilitos supuestamente de más, me ha ganado el corazón. Dice la muchacha que quiere “inspirar valentía y generar algo de compasión”. Ambas cosas son necesarias en un mundo de locos donde mostrar un cuerpo normal, de unos perfectos cincuentaytantos o sesenta kilos es señal de valor, de arrojo y casi de temeridad. Y, por supuesto, si sentirse a gusto con el propio cuerpo necesita de la compasión de los demás… por favor, “que paren el mundo, que quiero bajarme de él”.
¿Hasta cuándo…? ¿hasta cuándo seguiremos siendo víctimas propiciatorias de las mafias alimentarias? ¿Por qué todas estas obsesivas marichochosmascachicles de actrices de primer orden no se marchan a esas partes del mundo en donde estar en los huesos es más que una moda…? ¿Por qué no se conciencian de que su ejemplo es el peor o mejor espejo en donde se miran otras muchas mujeres…? La compasión general, que pide Lady Gaga, ya la tienen ganada de sobra, ahora les faltan los ovarios de decir que están a gusto con sus cuerpos. Pero… ¿Pueden decirlo…?