Pues sí, mis queridos blogueros, somos muy tontos o, mejor dicho, tontucios, como dice uno de nuestros participantes ¿Que por qué lo digo? Pues porque no hace falta más que mirar los desnudos disfraces que utilizamos en nuestros carnavales ¿Qué pasa? ¿Que queremos imitar a los de Brasil? Pero, por Dios, si allí están a más de cuarenta grados, mientras que nosotros tenemos, sobre todo este carnaval, un tiempecico que encoje hasta las ideas.
¿Conocen ustedes el carnaval de Venecia? Esos extraordinarios disfraces llenos de ricas telas y maravillosas máscaras… y, sobre todo, tan calentitos. Además, Venecia está ahí mismo, a la vuelta de la esquina, ¿a ver por qué nosotros no podemos imitar carnavales de por “aquí”? en lugar de este empeño en mostrar carnes preciosas que se convierten en carnes de pollo y no por arte de birlibirloque, sino por el frío reinante ¿Por qué no salir a las calles a golpe de baile autóctono? Pues no. Nos empeñamos en marcarnos unas sambas que, con todos los respetos, eso esta genial para la poca ropa y los cuarenta grados, pero lo que nos sale del cuerpo a nosotros es el baile de san vito o el salto del canguro, en la peor de sus versiones.
¡Ay, Señor y nuestra señora de la poca ropa! Lo contentos que tienen que ponerse los farmacéuticos de nuestra región pensando en los frenadores, couldinas y desenfrioles que van a despachar como apertura de la cuaresma ¿o no?