Quienes estaban conmigo se emocionaron y alegraron profundamente de la noticia. A mí no es que no me alegrara el hecho en sí, lo que ocurre es que sentí mucha tristeza de que lo que debería ser algo normal y no digno de noticia fuera, precisamente, un hecho noticiable. Me estoy refiriendo al consolador abrazo que un niño, hincha del equipo de la selección portuguesa dio a un entristecido aficionado de la selección francesa cuando esta perdió la Eurocopa de fútbol hace una semana.
Como quiera que a esa la noticia le siguió otra de las violaciones ocurridas a unas chicas en la fiesta de los sanfermines… yo me planteé en qué momento y dónde el ser humano pierde ese gen que le permite entender el sufrimiento ajeno y lo convierte en un animal incapaz de ponerse en la piel del otro.
Claro que me emocionó el gesto del niño pero ¿no debería ser algo normal experimentar la empatía tanto del que gana como del que pierde? Creo que es más difícil saber ganar que perder, aunque olvidemos que la fortuna se representa con una rueda que indica que los que un día andan arriba de ella, basta que ruede un poco, para acabar cambiando totalmente de posición y estar por debajo de aquellos que antes tuvimos a nuestra merced.
“Esto pasara” figuraba en el anillo del rey Salomón, hace ya algunos siglos, quizá para evitar dejar perder o morir ese “gen” que nos permitiría vivir en paz, gobernar con justicia y respetarnos todos como en la mejor de las utopías. “Habéis jugado muy bien. Y un segundo puesto no está nada mal” le dijo el niño, un simple niño, mientras tímidamente acariciaba el brazo del oponente, y el otro, un tío hecho y derecho, se rompió ante semejante gesto, y lo abrazó con ternura. ¿Por qué, en ocasiones, a medida que crecemos perdemos esa bondad innata?
Vi una imagen preciosa que hacía una reflexión sin necesidad de poner una sola palabra: era la de un corazón dentro de un niño, el corazón le ocupaba casi todo el interior, sin embargo, el niño crecía y se convertía en un adolescente y más tarde en un hombre, pero el corazón seguía siendo del mismo tamaño, con lo cual cada vez ocupaba menos espacio ¿Nos pasa eso? Porque yo creo que son los adultos quienes alejan a los niños de la verdadera esencia del ser humano completo y consciente que, en realidad, somos. Cuantos niños han sido obligados en conflictos bélicos a matar hasta a su propia familia… ¿qué puede quedar en ellos de esas bondad de la que hablamos tras esos episodios…
Dicen las noticias que uno de los presuntos violadores -no puedo con la palabreja en determinados casos- es un joven Guardia Civil… ¿se imaginan a este tipo con poder y pistola en el paso del tiempo? Menudo descrédito hubiera sido para el “Cuerpo” si no llega a dar la cara a tiempo. Vamos, que uno que se supone que tiene vocación de servicio al ciudadano, de protección, de proporcionar seguridad… etc. sea, precisamente, el primero se salte las normas más elementales de respeto, de convivencia… hacia otro ser humano y las puramente cívicas como ciudadano… Ya sé que yo, que ando todos los días metida en las noticias para ver que fragmento de universo puedo ofrecerles a ustedes desde mi óptica personal, no debería sorprenderme, a estas alturas, de las miserias del ser humano, pero, qué quieren ustedes, los vericuetos que utilizan tanto la estupidez como la maldad me siguen sorprendiendo. Deberían promulgar una pena para que a los violadores les hicieran rodajitas el instrumento con el que ejercen la violencia, y no estoy pensando en cerebro aunque sea el que primero ejecute la orden, porque en este caso no se puede aplicar la ley del Talión: la violación a un hombre jamás podría asemejarse a la transgresión que se ejerce al templo sagrado de vida que constituye la vagina de una mujer.
Así que, ante el contraste de noticias seguidas la una de la otra, me pregunto dónde quedó ese “gen” en algunos, en qué momento de la vida se pierde o se deja morir de inanición, de no alimentarlo ni con una leve sonrisa… Aunque la reflexión final sería que, por fortuna, en la balanza de la justicia yo creo que pesan más los que lo siguen manteniendo vivo que quienes lo perdieron: si en los sanfermines se produjeron violaciones también hubo manifestaciones en contra de ellas que superaron a los asistentes al chupinazo. Y si en el fútbol hay hinchas contarios que se matan, como vimos al inicio de la Eurocopa, también los hay que se abrazan y se consuelan. Y aquí la edad sí importa para darnos una preciosa lección.