Cada día nos despertamos con la noticia de que, de nuevo, una mujer, una niña, una joven y lo que es peor, una mujer minusválida psíquica, ha sido violada. ¿Es que el mundo se ha vuelto loco? ¿los hombres han perdido el sentido de la dignidad como ser humano o es que siempre ha estado ocurriendo esto y sólo ahora con los medios veloces de comunicación nos estamos enterando? ¿Qué es lo que pasa? Según el informe elaborado por Interior, en los seis primeros meses de este año el índice de violaciones subió un 28´5% más que en el mismo periodo del año anterior. Las mujeres denuncian una violación cada cinco horas. Y, aun así, las asociaciones de mujeres sostienen que las agresiones sexuales que se denuncian no son más que un porcentaje mínimo de las que realmente se producen cada año.
Escribo esto con las tripas revueltas y la rabia goteándome el colmillo nada más leer que ayer una joven discapacitada fue violada en los aseos de la estación de autobuses de Murcia. Y pienso que si hubiese ocurrido en un descampado donde nadie hubiera tenido la posibilidad de auxiliarla habría sido menos sangrante. Pero no puedo entender, no me cabe en la cabeza que no hubiera nadie allí mismo para rebanarle los huevos a ese hijo de Satanás. Viajo con cierta frecuencia en autobús y siempre que tengo que entrar en los aseos de la estación hay mujeres esperando, unas que entran, otras que salen… la misma chica, imagino que, por asustada o aturdida que estuviera, emitiría algún ruido, queja, sonido… no sé, ¡algo! saldría de su boca para poder llegar tanto a un oído atento como desatento. Y, por otra parte, ¿qué hacía un tío en el baño de chicas? ¿nadie lo vio entrar o salir? ¿a nadie le extrañó su presencia allí? Me cuesta, me cuesta mucho aceptar que nadie le ayudara o impidiera que escapara el canalla. Está claro que si malos son los malos, tan malos como ellos son los que se quedan sin hacer nada, los que no impiden tanto despropósito. ¿Acaso esos criminales que asesinan en una mujer su intimidad más genuina, no piensan en su madre, en sus hermanas…? ¿Tan alexitímicos son como para no ser capaces de ponerse en el lugar de ellas? Por eso entiendo y justifico la ley del Talión. Sólo utilizando con ellos sus mismas armas, su mismo lenguaje, serían capaces de vislumbrar la gravedad de su acción.
Las “manadas”, palabra hermosa para definir a grupos de animales, por regla general nobles: lobos, corderos, toros, que se desplazan juntos, ha pasado a tener un significado despreciable bajo el que se autodefinen bestias inhumanas dedicadas a violar. La manada de los “sanfermines” ha pasado a dar nombre a otras muchas cuyas acciones nos explotan en los ojos como una bomba tantas mañanas: catorce magrebíes con sarna, por si faltaba algo, agreden sexualmente a una chica en el metro de Barcelona. Y en Alicante otros diez estuvieron violando durante veinticuatro horas a una niña de catorce años. Y otro individuo suelto en Lo Pagan violó a otra chica de diecisiete años en una zona de ocio mientras ella iba a orinar. Y así cada día hasta el infinito y más allá, porque si en este primer, acomodado y concienciado mundo ocurre todo esto no podemos ni imaginar el calvario que denuncia Amnistía Internacional y que están sufriendo las mujeres en lugares mucho menos favorables.
Las mujeres necesitamos hombres, ¡os necesitamos! Hombres críticos, que luchen codo con codo con nosotras contra aquellos que también por defecto se llaman hombres pero que bajo esa enunciación no son más que bestias, impotentes, cobardes, acomplejados, incapaces de mantener una relación de igual a igual con una mujer, y necesitan someter, torturar, forzar, penetrar por la fuerza y utilizar a la mujer como mero receptor de sus más bajos y enfermizos instintos. Necesitamos legisladores que endurezcan las penas, una violación no es un simple delito, es un crimen. Asesinan parte del alma de una mujer. Muchas mujeres no pueden volver a tener nunca más una vida normal, no se atreven a salir solas, no pueden volver a tener relaciones sexuales, eso si ya las habían tenido, porque si son vírgenes el problema aún es mayor. Necesitamos jueces que administren justicia, no que suministren leyes. Necesitamos medios de comunicación que traten con el mismo rigor todas las violaciones y no lo hagan parcialmente dependiendo de su ideología o de la corrección política del momento. Necesitamos que las mujeres se conciencien de que el feminismo no tiene color político y condenemos siempre y por igual cualquier tipo de agresión a otras mujeres. Necesitamos que esta locura pare.
Nos están violando. Y tú ¿no vas a hacer nada?