Una familia procedente de Valencia, que había alcanzado el aparcamiento de Ikea después de dos horas de colapso en los accesos, lo resumió a la perfección: «La próxima vez, nos vamos a Ikea de Madrid». Lo que tenía que haber sido un éxito estratégico y de imagen de Murcia se convirtió el lunes pasado en una pesadilla para miles de visitantes por culpa de unas infraestructuras pobres y mal planificadas.
¿La culpa? Todos los indicios apuntan al Ayuntamiento. No puede venir ahora la concejal de Seguridad, Nuria Fuentes, diciendo que el caos «es culpa del Gobierno central y de la ineficacia del Ministerio de Fomento» por no haber construido las autovías del Reguerón, el Arco Norte y la ampliación de la A7.   Si toda la culpa fuera del cinturón de autovías sin terminar, lo menos que tenía que haber hecho el Ayuntamiento era no haber autorizado la apertura de las nuevas zonas comerciales hasta que no estuvieran mínimamente garantizados esos accesos. Eso es elemental.
Pero el problema de fondo no es ese. El meollo es que los aparcamientos dentro del complejo de Metrovacesa con insuficientes, lo que obligó el lunes a los conductores a vagar por todo el recinto buscando un hueco donde dejar el coche, provocando un embotellamiento que fue progresivo y que tuvo un efecto dominó sobre la zona y sus alrededores. Daba grima comprobar la procesión de vehículos tratando de acceder a Ikea. Si esto sucede ahora, qué ocurrirá cuando abran Alcampo y el resto de establecimientos. No sólo en Thader, sino en Nueva Condomina. ¿Qué ocurrirá cuando se construyan las más de 20.000 viviendas al norte de la autovía? El alcalde debería saber que sus propios técnicos le avisaron en febrero, refiriéndose a las  nuevas urbanizaciones: «Es preciso redactar un estudio de tráfico integral», apuntaron. Hay más sorpresas que irán saliendo. No se puede morir de éxito de esta forma. Así que manos a la obra.