_ UNO _
Cristina Narbona tenía la voz un poco ronca y arrastraba un resfriado. A las cuatro en punto llamó a través de su secretaria. En punto. Una de sus manías es la puntualidad. Había regresado de La Moncloa y deseaba salir al paso de las noticias, una vez más, que ensombrecían el Trasvase Tajo-Segura. Contra lo que algunos pudieran pensar -al igual que en ocasiones similares- no era la ministra quien había solicitado hablar con La Verdad, sino el periódico quien había requerido declaraciones de Narbona sobre la posición del Gobierno central y del Ministerio -también una vez más- sobre la alocada carrera en la que se habían embarcado el PSOE y el PP de Castilla-La Mancha y el Gobierno de aquella Comunidad en contra del Tajo-Segura.
Sí, Narbona debía dar explicaciones por el nuevo movimiento de su correligionario socialista José María Barreda, con quien se había reunido precisamente dos días antes en Ciudad Real para inaugurar las obras del acueducto que aprobó el compañero de la ministra, José Borrell, en el año 1995. Otra concesión a José Bono. Este Trasvase a la llanura manchega y a Las Tablas de Daimiel -50 hectómetros anuales- fue el pago a Castilla La Mancha por el desembalse in extremis autorizado en el verano de 1995 a los regantes del Segura por el último Gobierno de Felipe González. Un proyecto de discutida legalidad e inconveniente para Murcia. Por un lado, supone derivar aguas de una cuenca (la del Tajo) a otra distinta (la del Guadiana) por real decreto, con la duda de que las leyes y decretos del Trasvase Tajo-Segura velan por atender todas las demandas actuales y futuras de la cuenca del Tajo, pero no de la comunidad de Castilla-La Mancha. E inconveniente a la vez porque los caudales que se derivarán procederán de los pantanos de cabecera del Tajo, y no de otro sitio. En definitiva, 50 hectómetros que se restarán a los excedentes disponibles para los regantes del Sindicato Central, que no tendrán preferencia en este nuevo reparto que irá para agua de boca y para fines medioambientales.
Le pregunto a la ministra, ¿por qué exprimir más la cabecera del Tajo? ¿Por qué no abastecer a Ciudad Real y Las Tablas de Daimiel desde el Tajo Medio, como propone el presidente murciano de Ramón Luis Valcárcel? A lo hecho, pecho. Se aprobó en el año 1995; Castilla-La Mancha tiene también problemas de abastecimiento que nadie niega; y además no es incompatible con las necesidades de Murcia. La conclusión es fácil: Hay que compensar y satisfacer a Barreda y ofrecerle las suficientes piezas de caza para mantener sus promesas puertas adentro y afuera de Castilla-La Mancha.
Pero la conversación con Narbona ofrecía otras lecturas. Por un lado, dejó claro que los volúmenes procedentes de los pantanos de Entrepeñas y Buendía se revisarán a la baja. No se sabe cuándo ni cómo. Al menos la ministra no lo dice públicamente. Y en segundo lugar, para que eso ocurra no puede imponerse el antojo político ni los sarpullidos electorales del PSOE y PP de Castilla-La Mancha. Sólo puede hacerse, según la ministra, de dos formas: que aumenten las demandas en Castilla-La Mancha (no olvidemos la Comunidad de Madrid, cuyas necesidades son muy superiores y son prioritarias también a las de Murcia); o bien a causa del cambio climático, que reste aportaciones a los embalses de Entrepeñas y Buendía, como se ha demostrado desgraciadamente en estos dos últimos años y en periodos anteriores.
Pero, a su vez, ambas variables están relacionadas con que antes de reducir los envíos del Tajo estén resueltos y garantizados los suministros para la población y los regadíos en la cuenca del Segura. ¿Y cuales son las fuentes de alternativas? La desalinización es una de ellas, sin duda. Quizás la principal. Luego se suma más aguas depuradas; ahorro de caudales con la modernización de regadíos; los cambios de concesiones (transferir dotaciones de los abastecimientos a los regadíos en las zonas costeras) y bancos de agua entre cuencas (alimentados por grandes volúmenes liberados en otras regiones cuyos regadíos dejarán de ser rentables cuando desaparezcan las generosas ayudas europeas).
El asunto está, y la ministra deberá explicarlo en su momento, es que se pretende cambiar de forma progresiva agua del Tajo por caudales desalinizados en una determinada proporción. Así lo dijo Narbona en su última visita a Toledo. Y la cuestión estriba en que la propia ministra había declarado en varias ocasiones a La Verdad que nunca se haría esa permuta. ¿Eran otros tiempos? Se lo recordé a la ministra cuando nos despedimos por teléfono. Me emplazó a que le enviara los recortes de prensa para estudiarlos.
Una cosa son las declaraciones -el debate y la trifulca diaria entre partidos y territorios-; y otra distinta son los hechos. ¿Tiene Narbona un pacto secreto y letal con Barreda para liquidar el Tajo-Segura, como sostiene el Gobierno murciano del PP? Cierto es que el escenario de las declaraciones se mueve en la ambigüedad, pero la realidad va por otro lado. Aunque claro, unos ven el vaso medio lleno y otros medio vacío. Por un lado, se están invirtiendo cientos de millones de euros en optimizar el acueducto con el túnel Talave-Cenajo; junto a la conexión Cenajo-Taibilla; el entubamiento de las aguas del Tajo para la población hasta Molina y el ramal del Altiplano. Asimismo -y éste era el efecto sorpresa de Narbona- se van a reconocer jurídicamente las concesiones de agua para las 150.000 hectáreas del Sindicato Central de Regantes. Algo que venían reclamando desde hace 25 años. Aunque claro, matiza Narbona, no todas las aguas serán del Tajo. Y en tercer lugar, se han derivado unos 230 hectómetros cúbicos de la cabecera del Tajo en los últimos doce meses, pese a tratarse del año más seco de la historia.