Los dirigentes del PP de Murcia, la Comunidad Valenciana y Andalucía no van a soltar el hueso del trasvase del Ebro a Barcelona. Cuando la reivindicación del Trasvase que aprobó Aznar –derogado por Zapatero– parecía anestesiada tras los recientes resultados electorales, han sido el propio Gobierno central y la Generalitat catalana quienes le han servido en bandeja a Camps, Valcárcel y Arenas la causa del Ebro para todos, mientras que Mariano Rajoy deja hacer, realizando equilibrios desde Madrid. Con el congreso nacional encima, ¿cómo va a corregir a sus dos barones autonómicos más sólidos y afines?
Valcárcel, Camps y Arenas quieren ensanchar el agujero que han visto abierto en el muro antitrasvasista, sin distinguir aparentemente entre una medida para abastecer a la población de Barcelona y un trasvase al sur para todo tipo de consumos. Hasta apelan en el PP al Ministerio de Igualdad para asentar su posición, lo cual resulta pintoresco.
Lo que no se entiende del todo –o se comprende demasiado– es que los dirigentes populares vuelquen sus energías sobre el Ebro y no se preocupen con rotundidad del Trasvase Tajo-Segura, que está sobre la mesa de operaciones con motivo de la nueva planificación de la cuenca del Tajo. Todos coinciden en que este Trasvase está en peligro, pero Los 300 del PP están en otra película.