El documento no menciona el Trasvase Tajo-Segura, que está de nuevo en peligro
Valcárcel y Camps marcan la política de agua del PP ante la orfandad en la cúpula
Nadie nos va a aburrir, ni a marear ni a distraer», avisó el presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, dispuesto junto a Ramón Luis Valcárcel y a Javier Arenas, a librar otros cuatro años en la larga guerra del agua contra Rodríguez Zapatero. Por si había alguna duda, un alto cargo del PP murciano lo explicaba antes de que comenzara el acto en la Lonja de Orihuela: el trasvase del Ebro había entrado en vía muerta tras la victoria electoral de Zapatero, pero la torpeza política de autorizar una derivación a Barcelona, y sobre todo la forma como se ha hecho, le ha recargado las pilas a los populares para reclamar esta obra a imagen y semejanza de como la aprobó el Gobierno de Aznar en el año 2001.
El dúo Valcárcel-Camps pensaba apretar lo justo en esta legislatura, pero ahora va a por todas contra un muro que creen que pueden derribar, o cuanto menos obtener algo a cambio. La lógica apunta a que Zapatero tendría que ceder en algo y reconsiderar su política trasvasista. No tiene por qué ser necesariamente el Ebro. Siempre nos queda el Tajo, que no se acaba en la cabecera, sino que es más largo y caudaloso, para enojo de José María Barreda.
Fue la ministra Elena Espinosa quien días atrás declaró literalmente que el agua para Barcelona saldrá «de los excedentres en el delta del Ebro». Cuando todos creíamos, según la doctrina impartida por Cristina Narbona, que los ríos no tienen excedentes. En fín, se está asistiendo estos días a una sucesión de ambigüedades y enredos de los gobiernos central, catalán y aragonés, lo cuales tratan de salir como sea de la ratonera en la que se han metido negando la mayor y rozando el esperpento jurídico: que no es un trasvase.
Este vaivén está sirviendo de munición a Valcárcel, Camps y Arenas para marcar la política hidráulica del PP nacional ante la orfandad que se detecta en la cúpula madrileña. Tan obvio resulta que ya no importa –o muy poco– la posición del PP de Aragón opuesto de plano al Trasvase del Ebro. Valcárcel considera, además, que el proyecto de Barcelona no se va a quedar en 50 hectómetros, sino que es el primer paso para incrementar los caudales. «Aunque la llamen cañería, quiero una igual», apostilló.
Los populares congregados ayer en Orihuela, bautizada por su alcaldesa como «la capital del agua», saben y reconocen que Rodríguez Zapatero, a día de hoy, no va a ceder con el Trasvase del Ebro para todos. Como aparentemente el PP no ve diferencias entre el caso catalán y el resto del lote, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, fue quien mejor resumió la afrenta socialista: engaño, maltrato e indignidad, que puso en el debe de la vicepresidenta Fernández de la Vega, diputada del PSOE por Valencia. Fue Barberá la primera en convocar manifestaciones en la calle y quien encendió los ánimos de unos 200 invitados, la mayoría agricultores, sentados en la platea de la lonja.
Javier Arenas, presidente del PP de Andalucía, también ajustó cuentas con Manuel Chaves; mientras que Camps invitó a descargar en los teléfonos móviles el vídeo que se exhibió para acentuar las contradicciones del PSOE y mostrar unas tierras cuarteadas por la sequía, en contraposición con una riada del Ebro. La música de fondo, con un aire apocalíptico, hacía el resto. La moraleja concluía con que el Ebro había arrojado al mar 55 millones de litros (55.000 metros cúbicos) en el tiempo que había durado la película.
El Manifiesto de los Alcaldes por el agua y el toque a zafarrancho del PP –de Castellón a Granada– requiere cierta labor de engranaje con los acontecimientos que se desarrollan en algunos despachos de Madrid. De entrada, el Manifesto no dice nada del Trasvase Tajo-Segura, que está en claro peligro si no se contrarresta al PP y al PSOE de Castilla-La Mancha. Más importante que el Ebro es el mantenimiento de este acueducto para Almería, Murcia y Alicante, que el documento, sin embargo, ni menciona. Los dirigentes del Sindicato Central del Trasvase Tajo-Segura no acudieron al acto (?). En segundo lugar, el Gobierno murciano piensa conceder un tiempo, un margen de confianza, al nuevo equipo de la ministra Espinosa, ya que ve señales de un cambio positivo de actitud. Es difícil estar en misa y repicando.
Cita histórica la de ayer en la Lonja de Orihuela, según recalcaron los dirigentes del PP. A los 300 espartanos no le va a pasar lo mismo que en la histórica batalla, sino que van a ser miles, hasta llegar a los 8.000 municipios de España, dijo el alcalde de Murcia.
La alcaldesa de Orihuela, Mónica Lorente, cerró su intervención con el poema del año 1937 de Miguel Hernández, quien planteó en verso la necesidad de regar las tierras del Segura con las aguas del Tajo y del Ebro. Ya no somos un país agrícola al uso, pero tal y como va el mundo, la producción de alimentos ya es cuestión de seguridad nacional. Ayer, los populares se declararon de la huerta y del campo –una proclamación algo forzada, pero todo sea por la causa–, ya que el agua para la población está garantizada, según conviene este partido. (En este uso se incluye el turismo, la construcción, la industria, la ducha de su casa y el bar de la esquina…) El PSOE es el que se ha movido de la foto y, por coherencia, como cree Valcárcel, el PP sigue donde estaba.