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Manuel Buitrago

EL BLOG DE BUITRAGO

¡Mayday en Corvera!

Manuel Campos se estrelló con su plan para abrir el aeropuerto, sin que Garre le parara los pies a tiempo

Garre dice que la torre de Corvera no será un palomar; de momento ya es un gallinero

La historia se repite: Sacyr tensó la cuerda el año pasado y ha vuelto a hacerlo ahora

La Comunidad devolvió a través del FLA 41 millones al banco luso Espirito Santo

 

Más que palomar, el aeropuerto se ha convertido en un gallinero. Las 17.30 horas del lunes en Madrid. Se pueden imaginar la escena: Manuel Campos presentándole su renuncia al presidente Alberto Garre delante de Ana Pastor y del ‘staff ’ del Ministerio de Fomento. Caras largas. «¿No me harás esto?», le espetó Garre al dimisionario. Y tanto. Dio el portazo antes de que lo cesara. Regresaron juntos en el coche. Tres frases camino de La Roda y se acabó el encantamiento. La versión de Campos: «Conmigo no se juega». La del presidente: «Se vio desbordado». El gafado aeropuerto de Corvera, el proyecto más caliente y polémico de la Región, con 182 millones en el debe de la Comunidad, estaba hasta ese momento en manos de un fiscal todoterreno cuya gestión fue alabada, por diligente, por el propio Garre pocas semanas antes. Hasta se fantaseó con ponerle el nombre ‘Campos de Corvera’ al aeródromo. «No, que se llame ‘Ramón Luis Valcárcel’», replicó el receptor del favor presidencial.

Muchos se preguntan si acaso no se conocía el carácter de Campos. En el Gobierno del PP se ponen de perfil, como si la zapatiesta que se ha montado no fuera con ellos. Crisis de Gobierno, las arcas regionales pagando la deuda y un año perdido, más lo que queda por delante con otro aeropuerto sin aviones. Como si Campos fuera un paracaidista caído repentinamente. Lo cierto es que era uno de los suyos, y que Garre lo puso al frente dándole carta blanca. Si ahora concluyen que todos se iban a estrellar, ¿por qué nadie le avisó con tiempo y le paró los pies?

Solo ante el peligro: ‘Esto lo arreglo yo, presidente’

El aeropuerto quemaba a cualquiera después del fiasco del año pasado. Valcárcel y sus colegiados dieron marcha atrás, pese a que algunos obedecieron a regañadientes. Fue el punto de inflexión. Se dejó en suspenso la rescisión del contrato a Sacyr por temor a que el conflicto se eternizara en el TSJ y Campos cogió la batuta enfilando la ruta como una moto. Quizás se repitió aquella frase: «Presidente, esto te lo arreglo yo». Se quedó solo ante el peligro porque nadie quiso meterse en ese huerto, y menos después de que el exvicepresidente Juan Bernal se opusiera a un acuerdo de Consejo de Gobierno –algo inaudito– para despejarle el camino a Aeromur dejando en suspenso el pago de la deuda que le reclamaba la Comunidad; todo en pos de la ansiada apertura.

Campos daba cuenta al Consejo de Gobierno de sus gestiones, y a la vez del muro que se iba levantando en la UE para autorizar la ayuda de Estado. En San Esteban cuentan que fue advertido de que su fórmula estaba condenada al fracaso. No precisan en qué momento y de qué forma. El caso es que le siguieron dando carrete hasta que las señales que llegaban de Bruselas empezaron a hacer mella. La UE no se iba a oponer a la ayuda de Estado para financiar las pérdidas de explotación, pero las condiciones podían hacer inviable la operación (recortar el dinero, reducir el número de pasajeros y obligar al cierre de San Javier, con lo que eso suponía: indemnizar a Aena con 36 millones y asumir sus 80 trabajadores). Imposible el negocio. Antes del 18 de diciembre se conocerá la resolución de la Competencia.

Abrir ‘por las bravas’ y olvidarse de Bruselas

El comisario Joaquín Almunia se marchó sin resolver un expediente que llevaba cociéndose diez meses y que se eternizaba con continuos requerimientos de información. Garre cargó contra éste hablando de «manos negras», cuando lo cierto era que la normativa europea de ayudas para los aeropuertos se ha vuelto más restrictiva. Almunia, de hecho, dio un fuerte respaldo al aeropuerto cuando autorizó en el año 2010 el famoso préstamo de 182 millones para poder terminar las obras.

El ‘plan B’ –olvidarse de Bruselas y abrir ‘por las bravas’ a partir del 2 de abril– empezó a tomar forma. La Comunidad llevaba un año ‘negociando’ con Sacyr un plan económico financiero que se iba reajustando al pálpito de la UE. Campos descartaba tajantemente el concurso y veía a Aeromur como la única posibilidad, pese a que la subasta estaba en la recámara y se había evaluado en varias reuniones previas con el Ministerio. El ‘plan B’ exigía otro planteamiento y Sacyr no ofrecía las garantías que reclamaba la Comunidad.

Aeromur actuaba como si tuviera el contrato

Mientras tanto, seguía el proceso de certificación del aeropuerto. Aeromur fue nombrado gestor aeroportuario, y de hecho venía actuando como si tuviera el contrato en sus manos, cuando en realidad la concesión estaba en suspenso. Sacyr contrató a 21 técnicos y metió dinero para preparar la apertura. La situación empezó a torcerse y a tomar otro giro en la segunda semana de noviembre. Garre supo a través de Campos que la constructora proponía que la Comunidad renegociara con los bancos cinco años de carencia para el pago de intereses y luego abonar el principal del préstamo al final de los 37 años de la concesión. Había que hacerlo de tal forma que no fuera una ayuda estatal, ya que volvería a intervenir la Unión Europea.

Fuentes del consorcio afirman que iban dando los pasos que le autorizaba el Gobierno regional, en este caso Campos. La última certificación de Aesa concluyó el día 21, justo cuando la marejada de fondo iba tomando fuerza hasta el ‘reventón’ del lunes 24. Esta fase de supervisión del aeropuerto –que afecta a contratos laborales y compromisos empresariales– se hizo sin que nadie del Gobierno la impidiera pese a los recelos que ya existían sobre el ‘plan B’ que manejaban el consejero y Sacyr.

Antes, el viernes 14, el Consejo de Gobierno autorizó a Campos para cerrar un acuerdo con Aeromur: el consorcio renunciaba a los litigios y se preparaba para levantar la persiana de Corvera, y a cambio el Gobierno le devolvía el contrato, pero siempre que se hiciera cargo de la deuda. Ahí estaba la discrepancia de fondo. ¿Dio el Gobierno ese paso sabiendo previamente que Sacyr no pensaba aportar las garantías necesarias?

Un dictamen jurídico para cubrirse las espaldas

El Gobierno tomó el acuerdo con un dictamen previo que solicitó Manuel Campos al Consejo Jurídico. El consejero quiso dormir tranquilo y cubrirse las espaldas para negociar en la recta final bajo el amparo del máximo órgano jurídico consultivo, pese a que en realidad no necesitaba dicho dictamen. El Consejo se limitó a constatar una obviedad jurídica, apuntando que lo importante era el resultado final de la negociación, que tenía que encajar simple y llanamente con la ley. Con ese dictamen, probablemente, Campos pensó que podía vencer los reparos que pudieran poner sus colegas y Garre.

Ese mismo día, la patronal Croem y la Cámara de Comercio lanzaron un comunicado apremiando a la apertura del aeropuerto y dando un tirón de orejas al Gobierno regional. Garre y su entorno lo encajaron mal y lo atribuyeron a una maniobra de presión de Manuel Campos, creyendo que éste había incitado a los empresarios para respaldar su operación con Sacyr ante los recelos del Ejecutivo. Hasta ubicaron el complot en una supuesta reunión de Campos con empresarios y representantes de Aeromur.

El presidente de Croem, José María Albarracín, niega tajantemente la lectura que algunos hicieron desde San Esteban. «Jamás he pactado ni pactaré nada con nadie que no sean los empresarios». Explica que ese comunicado se acordó días antes con la Cámara en el ámbito de sus reuniones periódicas y sin influencias de nadie. La noche del viernes 14, Garre dejó caer en la cena de Enae que la propuesta de Sacyr no se podía asumir.

Garre corta por lo sano y busca el apoyo de la ministra

El viernes 21, Campos se quedó solo en una reunión técnica con representantes de varias consejerías, en la que se rechazó la operación con Aeromur en los términos en los que se estaba planteando. Le pidieron a Campos que explicara dónde estaban las garantías, y éste dijo –con calentón de por medio– que no hacían falta y que aún no se había empezado a negociar en serio, salvo un tanteo que se produjo dos días antes. ¿Sabía realmente lo que llevaba entre manos?

El plan hacía agua y Garre decidió cortar por lo sano. El lunes 24, en la reunión de Madrid le preguntó a la ministra, delante del presidente de Aena, José Manuel Vargas, si la sociedad estatal aeroportuaria estaba dispuesta a participar en un concurso para gestionar Corvera. Ana Pastor le dijo que sí. Garre escuchó lo que quería oír para darle un giro a la estrategia. ¿Buscaba el compromiso de Aena ante el temor de que no se presente nadie más al concurso? Campos calló. Le invitaron a hablar en dos ocasiones, y a la tercera estalló delante de la ministra, Garre y el resto de asistentes. La reunión terminó de aquella manera mientras el ambiente se cortaba con un cuchillo. «El tiempo dictará sentencia», dijo después Campos, cuando preparaba las maletas para regresar a la Fiscalía. Viendo que su plan naufragaba, aprovechó quizás la ocasión que estaba esperando para dimitir.

El martes 25, Garre explicó su marcha diciendo que había quedado desbordado porque Sacyr decía no a todo. Una forma elegante que evidencia que Campos –como si fuera un cuerpo extraño– había ido a su bola sin que nadie le aconsejara o le detuviera. Unido al hecho de que tampoco se dejaba asesorar, y encajaba mal que alguien le contradijera.

Valcárcel le echa un capote y ‘engrandece’ al exconsejero

Ramón Luis Valcárcel salió en su defensa el miércoles a través de unas declaraciones en ‘La Verdad’, diciendo que su dimisión «lo engrandece», y que no opinaba del nuevo derrotero que había tomado el aeropuerto. Puede interpretarse como una doble crítica a la forma con que Garre ha manejado la situación. Como añadido, y ante la pregunta de esta Redacción, Valcárcel declaró que mantiene su apuesta por Pedro Antonio Sánchez como candidato del PP a la presidencia de la Comunidad.

Garre quiere recuperar la iniciativa lanzando un ultimátum a la constructora que preside Manuel Manrique con tres condiciones de casi imposible cumplimiento. Van a intentar un acuerdo ‘in extremis’. La historia se repite. Sacyr tensó la cuerda hasta romperla en septiembre del año pasado. Incumplió el contrato al no abrir el aeropuerto en el verano de 2012, pese al aval que puso la Comunidad. Ahora ha vuelto a ‘presionar’ aprovechándose de las prisas electorales del Gobierno para abrir en Semana Santa, creyendo como antes que es el único salvavidas para el aeropuerto.

¿Y a partir de ahora? Devolverle el contrato a un concesionario una vez que se le ha retirado es sumamente complejo, en el supuesto de que se siga con Sacyr. Si se opta por el concurso, el nuevo plazo de concesión en régimen de explotación sería de 20 años (la mitad que ahora), con lo que difícilmente se podría devolver la deuda. Además, Sacyr reactivaría todos los pleitos y litigaría contra el concurso. Por último, está la certificación del aeropuerto, que en enero dependerá de la Comisión Europea, lo cual alargaría los plazos. Con todo, el Gobierno cree que el aeropuerto está amortizado electoralmente. El mes que viene pagará 7 millones en intereses y ha encajado en el FLA otros 41 como deuda, la parte que puso el Banco Espirito Santo de Portugal, ahora con problemas. Garre ha insistido en que la torre de Corvera no será un palomar. De momento se ha convertido en un gallinero.

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