El expresidente de la Comunidad Autónoma, Alberto Garre, se ha soltado el pelo confirmando la reunión que mantuvo meses atrás en Madrid con María Dolores de Cospedal y Pedro Antonio Sánchez para pactar su marcha al Senado, de la cual dio cuenta La Verdad. Su escaño en la Cámara Alta fue frustrado a última hora por Ramón Luis Valcárcel, hacia el que todos apuntan, como resultado del deterioro de las relaciones entre el expresidente y la dirección del PP a cuenta del goteo de discrepancias que empezaron a surgir el año pasado y que alcanzaron su apogeo con el ‘affaire’ de la dimisión de Antonio Cerdá. Con todo lo que había detrás, y todo lo que vino después.
En aquel encuentro con la ‘número dos’ de los populares, Garre se mostró dispuesto a colaborar para ir en la lista autonómica por la circunscripción de Cartagena para arrastrar votos, aprovechando el tirón que tenía entre la ciudadanía, y después pasar al Senado, un puesto que le apetecía. Las encuestas dieron una mejoría al Partido Popular de más de 5 puntos durante la presidencia de Garre. Al PP le faltaron 1.000 votos en Cartagena para mantener la mayoría absoluta, y casi con toda seguridad que la presencia de Garre en la candidatura -a quien no le importaba pasar de rey a alfil- habría cubierto el objetivo.
Se suele decir que las cosas se ven de otra manera a toro pasado, pero en este caso fue evidente desde el primer momento el papel que podía jugar Garre y que su partido desaprovechó. También es verdad que aquél no abría la boca, y que su futuro era un tema tabú dentro del partido.
Ahora volverá a abrir su despacho de abogado, cuenta. Si tenía alguna posibilidad de ser recolocado en algún organismo, consejo o institución, ha quemado otra nave. ¿Será la última? Lo suyo ha sido un desquite, con su extraña forma de ‘hacer amigos’ en su partido. Lo cierto es que en los trámites de mudanza y despedida muchos de los suyos -por acción y omisión- no le han dado el trato que merecía como máxima autoridad de la Región.