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Manuel Buitrago

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Las revelaciones el libro de Juan Cánovas

El ex presidente de la Confederacioón Hidrográfica del Segura relata que encargó un informe secreto para «desenmascarar» a la ministra

Juan Cánovas Cuenca, presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura en la anterior legislatura del Partido Popular, cuenta en el libro que acaba de publicar que encargó un informe secreto sobre la ministra Cristina Narbona, con el fin de «darle un buen escarmiento» y desenmascararla. Según relata en su libro El vuelo del pájaro encarnado. Tras la inquisición del agua, Cánovas estableció contacto en Madrid con una persona a quien encargó el dossier para saber todo sobre la ministra «desde la esfera personal, pasando por su militancia política y, también sus actividades en el Ministerio». ¿Real o fabulado? Lo deja en suspense.
Cánovas declaró ayer a La Verdad que «no puedo decir que lo que ahí se cuenta sea real. En nuestro país se puede conseguir información muy exhaustiva de multitud de personas. Es cierto que hubo un momento en el que dije sobre Cristina Narbona: ‘Ahora te vas a enterar’. Lo demás, lo digo en mi novela».
Reiteró que «de muchas personas se puede conseguir información de alta tensión. Lo que ocurre es que cuanto hay temas personales de por medio, todo cambia y no se puede utilizar». Al ser preguntado si efectivamente encargó un informe sobre la ministra, Cánovas contestó: «Lo dejo donde está», refiriéndose al libro.
¿Qué decía ese supuesto informe? La narración del libro toma un giro inesperado cuando, en la página siguiente, Juan Cánovas cuenta que se encontraba en Atenas, sentado frente a un templo. Llevaba el dossier -en tamaño DIN A4- en la bolsa del ordenador. Cuando lo sacó, un inesperado golpe de aire barrió los papeles de su mano y fueron a parar al mar.
El libro de Juan Cánovas, editado por Biblioteca Nueva, y que acaba de llegar a las librerías, entremezcla aspectos muy concretos de sus casi cuatro años como presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) entre los años 2000 y 2004, que defiende sin fisuras; con otros episodios encajados en el llamado realismo mágico, en los que cuenta de modo alegórico cómo se mueven los hilos del poder en la Región de Murcia, sobre todo en lo que atañe al agua y la riqueza que administran supuestos poderes fácticos que siempre merodean en la sombra.
Juan Cánovas también explica toda la gestación del Plan Hidrológico Nacional y del trasvase del Ebro, en la que participó activamente; aunque la parte principal está dedicada a defender su gestión en una cuenca que, a su juicio, los anteriores gestores del Partido Socialista dejaron olvidada, contaminada y sumida en múltiples irregularidades. Mención aparte dedica a lo que él llama La gran conspiración que se fraguó para atacar la política hidráulica del PP a base de desprestigiar a la cuenca del Segura y a la Región de Murcia.
La sorpresa, pues, llega al final, cuando Cánovas narra que Narbona «se merecía un buen escarmiento» por «juzgarnos tan despiadadamente» (en relación a los responsables de la Confederación Hidrográfica). La gota que colmó el vaso fue, para Cánovas, que la ministra diera por ciertas -el 24 de abril del año pasado- «las conclusiones del infamante escrito del fiscal Emilio Valerio» sobre supuestos robos de agua con el consentimiento de la Confederación. «La ministra asoció nuestro cese al informe de ese fiscal, yendo más allá de la presunción de inocencia». «Sus palabras tenían el sombrío tufo de la purga y de la checa. No consiguió amedrentarme y tampoco estaba dispuesto a que la Señora Narbona usase nuestro honor como tapadera de sus dislates hidrológicos y, sobre todo, de la consciente agresión a las expectativas de desarrollo de estos territorios», apunta Cánovas en el libro.

Narra el libro que el supuesto encuentro con su informante tuvo lugar en la Librería Espasa Calpe, en la Gran Vía de Madrid. En el departamento de lenguas clásicas se citó con un tal Feliciano. Éste recogió el encargo de hacerle un informe sobre Cristina narbona. «Le porepararé cuanto pueda. Me han dicho que no escatime sfuerfuerzo. Si le parece, deme un mes; el día quince de octubre nos vemos aquí mismo y le entregaré lo que haya podido recopilar», le cuenta Feliciano a Juan Cánovas.
«Al cabo de ese plazo», escribe Cánovas. «puso en mi poder la documentación que había elaborado sobre Doiña Cristina narbona Ruiz. Varios tomos y un resumen aparte. Durante días estudié su contenido; ciertamente, respondía a lo que yo buscaba…»
En relatos superpuestos, Juan Cánovas añade al final: «Precisamente como he conocido mucho, no quiero escribir un alegato contra Cristina Narbona, ni contra el PSOE, ni contra la izquierda doliente, ni contra la derecha inocentona, ni contra el Poder Judicial».

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