Milagro Narbona: Ahora nos sobra agua
Agotada la legislatura, la ministra Cristina Narbona y el PSOE han rizado el rizo poniendo el Trasvase del Ebro boca abajo: En estos cuatro años han convertido en técnicamente excedentaria a Almería y lo que se plantea ahora es llevar agua en barcos cisterna a Cataluña, bañada por el delta del Ebro. Con el mundo del revés, el Ministerio de Medio Ambiente parece a punto de fletar buques que lleven aguas de la desalinizadora de Carbonera -o de Francia, se añade- a la sedienta Barcelona, cuyos políticos al unísono (los pujolistas se traicionaron a sí mismos para no perder votos) cerraron todos los grifos hacia el Sur, celosos del vertiginoso crecimiento económico que se viene experimentando desde Valencia hasta Almería.
Son los artífices del Pacto del Tinell (el Tripartito de Pascual Maragall, Carod Rovira y Joan Saura) quienes ahora no le hacen ascos a que se abra una línea marítima trasvasista de 700 kilómetros cuyos costes y eficacia resultan más que discutibles, en lugar de tomarla directamente de la desembocadura del Ebro, en propio territorio catalán, donde hace muchos años que se abrió el minitrasvase Tortosa-Tarragona. Ellos fueron los voceadores de «ni una gota de agua a Murcia, que la malgastan». Con tal de no recurrir al Ebro, y dejar en evidencia su doctrina anti trasvasista, consienten en el proyecto marinero Almería-Barcelona, avalado ayer por el presidente Rodríguez Zapatero en la entrevista de Punto Radio. Éste subrayó la paradoja de que el Sur alimente de agua a Cataluña -que tiene el Ebro en su jurisdicción-, creyendo que esta fórmula colma su política hidráulica. Se le olvidó al presidente contar los miles de hectómetros cúbicos que llegan cada año al delta del Ebro.
Esta propuesta no ha caído en saco roto en el Gobierno de Castilla-La Mancha, que se lleva el agua a su molino al quejarse de que hay que transferir caudales del Tajo a una zona -el Sureste- desde donde se quiere enviar agua desalinizada a Cataluña. Una razón más que cree tener a su favor Barreda para liquidar el acueducto.
Pero en este rizar el rizo, el argumentario del Ministerio de Medio Ambiente resulta más retorcido cuando culpa al anterior Gobierno del PP de haber construido una gran desalinizadora en Carboneras, de unos 50 hectómetros cúbicos, que no sirve para nada, ya que se olvidaron de hacer las canalizaciones para llevar el agua a donde hacía falta, principalmente a los regadíos almerienses. La ocurrencia consiste pues en aprovechar toda ese agua desalinizada -que por lo visto no hace falta en Almería ni en la vecina Murcia- y mandarla a la comunidad desde donde debían partir las transferencias de caudales al Júcar, al Segura, al oriente almeriense y a la propia Barcelona.
Esta empanada hídrica con que nos obsequia el Ministerio al final de la legislatura pone al descubierto varias cosas: ¿No ha tenido tiempo el Gobierno socialista en cuatro años de construir los canales de hacían falta para utilizar el agua desalinizada en Almería, que es su destino? ¿No será que le conviene políticamente mantener muerta esta planta y sacarla a pasear cada vez que necesita votos contra el PP? ¿O acaso la desalinización, como principal receta socialista, arrastra unos preocupantes agujeros negros por cuanto no es asequible ni adecuada para los regantes cuando se trata de elevados volúmenes? Más bien esto último. Queda otro interrogante que abunda en este desconcierto. ¿Por qué se construye a un tiro de piedra de Carboneras otra planta de mayor capacidad -por encima de 60 hectómetros cúbicos anuales- en Águilas? Y agárrense, desde la planta de Águilas se va a surtir a una zona de Almería, concretamente a Pulpí. De locos.
Sinceramente, no era de esperar esta traca final de organizar un trasvase del revés, cuando el Ebro ha aguantado en los tres últimos años de dura sequía con excedentes por encima de los 7.000 hectómetros cúbicos anuales. A lo que se destine ese agua en la desembocadura ya es otro cantar, pero los datos oficiales de la Confederación del Ebro son incontestables.
Como remate, el vicepresidente de Aragón, José Ángel Biel, uno de los más decididos opositores al Trasvase del Ebro, deja ahora descolocado a todo el mundo proponiendo que se tome agua del Ebro en su frontera dulce/salada, sin ningún sostén técnico ni político. Y para colmo, añade que para qué marearse con sus ideas, si de todas formas no va a sobrar agua. De auténtico chiste.