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Manuel Buitrago

EL BLOG DE BUITRAGO

Narbona bajo fuego amigo

Si Cristina Narbona hubiera sabido que tenía que desarrollar su política de agua en el peor periodo de sequía que se recuerda, quizás se lo hubiera pensado dos veces antes de aceptar el cargo hace cuatro años. Ahora, en la nueva legislatura, Narbona no las tiene todas consigo para seguir al frente del Ministerio de Medio Ambiente –y de Cambio Climático, un añadido necesario con los tiempos que corren– y consumar el Programa Agua a golpe de desalinizadoras. La atroz sequía ha obligado a Narbona a consumir la mayor parte de las energías y recursos de su departamento, empleando a menudo medidas extraordinarias y decretos ministeriales, lo cual ha restado brillo a otras políticas de su departamento más enfocadas hacia el medio ambiente y el cambio climático.

«Narbona tiene ganas»
Un Ministerio a la espera

Estos días, cuando florecen las quinielas sobre el nuevo equipo ministerial, Cristina Narbona no figura entre los fijos y seguros de Rodríguez Zapatero, según los análisis de diversos medios nacionales. Se ha sugerido incluso el nombre del naturalista y escritor Joaquín Aráujo para sustituirla. Aunque una cosa es que Narbona deje Medio Ambiente, y otra distinta que salga del Ejecutivo de Zapatero, comentan círculos próximos a la ministra en funciones.
Desde el Ministerio, lo único que trasciende es que Narbona «tiene ganas» de seguir adelante para desarrollar su política en un departamento que no sólo ha resultado inamistoso para los gobiernos del PP de Murcia y de la Comunidad Valenciana, por motivos obvios. Tampoco cuenta Narbona con seguidores y entusiastas dentro de su propio partido, y más en concreto entre los presidentes de Castilla-La Mancha, Aragón y Cataluña. Ha dejado demasiados enemigos por el camino. Aunque José María Barreda, Marcelino Iglesias y José Montilla no lo exteriorizan, han sido más las diferencias que las afinidades entre los territorios socialistas y el Ministerio de Medio Ambiente.

Sed en barcelona
Peor que hace cuatro años

No juega a favor de Narbona la situación actual en Cataluña. Después de cuatro años, esta comunidad autónoma, y concretamente el área de Barcelona, sufre un grave problema de abastecimiento de agua. No hay recursos suficientes para la población y hay quienes se preguntan para qué ha servido en Cataluña en Programa Agua de Narbona y de Rodríguez Zapatero si están peor que hace cuatro años. La desalinizadora que debía resolver este problema –para producir 60 hectómetros cúbicos anuales– está todavía en fase incipiente de construcción. Las perspectivas son tan negras que se tuvo que sacar de la manga la opción de enviar agua desalinizada por barco desde Almería a Barcelona, un proyecto que no se ha desechado por completo. El Gobierno del Tripartito está buscando otras alternativas, como la derivación de caudales del Ebro al Llobregat a través del río Segre o la prolongación del trasvase Tortosa-Tarragona.
Esta situación en Cataluña no es un éxito que se puede apuntar Narbona, pese a los votos ganados por el PSOE en las últimas elecciones. Montilla y el Tripartito tienen que enfrentarse ahora a la contradicción y la mala prensa de querer recurrir al Ebro después de haber negado ese agua a las cuencas del sur, exigiendo que se derogara el Trasvase en el año 2004.

Fiasco en Aragón
Las obras no despegan

En Aragón, el consejero de Medio Ambiente, Alfredo Boné, del Partido Aragonés Regionalista (PAR), criticó abiertamente a la ministra por la lentitud en la ejecución de la obras del Pacto del Agua. De las 139 previstas , sólo hay 50 terminadas o en fase de ejecución cuatro años después. La inversión no supera los 800 millones de euros. No parece tampoco que el Gobierno de Marcelino Iglesias esté contento. Aunque se consuele a diario con la derogación del Trasvase, la desregulación que sufre la cuenca del Ebro sigue siendo un lastre para aquel territorio.
En los casos de Aragón y Cataluña, sus respectivos gobiernos han tenido que limar sus nuevos estatutos de autonomía para adaptarse a la Ley de Aguas y respetar las competencias estatales sobre las cuencas intercomunitarias. Ahí Narbona se ha mostrado firme pese a los intentos de Zaragoza y Barcelona de apropiarse de sus aguas ribereñas.

Enfado en Toledo
Barreda echa chispas

Con el Gobierno socialista de Castilla-La Mancha también han saltado chispas. De entrada, el Ejecutivo de Barreda no vio con buenos ojos que se derogara el Trasvase del Ebro –la procesión iba por dentro–, ya que aquella transferencia permitía a la postre liberar la cabecera del Tajo y su subordinación a las necesidades de agua del Segura. En segundo lugar, Barreda y su gobierno han montado en cólera cada vez que se ha aprobado un desembalse para Murcia, Alicante y Almería, sobre todo para el regadío.
También se han recibido en Toledo como una afrenta los guiños del Gobierno central hacia los regantes murcianos y alicantinos, a los que ha lanzado sucesivos mensajes se tranquilidad sobre la continuidad del acueducto, pese a que ahora no hay recursos para derivar. La vicepresidenta Fernández de la Vega se comprometió incluso en la última reunión con la Mesa de la Sequía del Segura a que las reglas de explotación de este acueducto no se modificarían tampoco en esta nueva legislatura. Suma además que el Ministerio ha iniciado el proceso para reconocer los derechos de los regantes sobre las aguas del Tajo.
En el disgusto de Castilla-La Mancha hay que incluir las obras del túnel Talave-Cenajo y la optimización del acueducto. Cuanto más trataba el Ministerio de complacer –hasta cierto punto– a la cuenca del Segura y al PP de Valcárcel, más aumentaba el enfado de Castilla-La Mancha y del PSOE de Barreda.
Sigue pendiente la reforma del Estatuto de Castilla-La Mancha, que quiere liquidar el Tajo-Segura en el año 2015. El texto decayó en el Congreso al llegar tarde en la anterior legislatura, pero volverá con fuerza. Más determinante que las ganas políticas de Castilla-La Mancha, ya lo hemos apuntado en otras ocasiones, serán las exigencias del Gobierno de Madrid para dar de beber a su población y, sobre todo la aplicación estricta de la Directiva Marco de Agua y los nuevos planes de cuenca.

Murcia, indiferente
Los regantes no la defienden

Con este escenario, es probable que el fuego amigo merme las posibilidades de Cristina Narbona para revalidar su cargo, aunque en estos asuntos no hay nada escrito y cualquier análisis resultará ruinoso ante la decisión última de Rodríguez Zapatero.
En territorio enemigo, como los gobernados por el PP en Murcia y la Comunidad Valenciana, el Programa Agua de Cristina Narbona y las cuantiosas inversiones no han conseguido darle al PSOE ni un solo voto. Más bien al contrario, Rodríguez Zapatero ha perdido terreno. Se daba por hecho que no ganaría, pero pocos esperaban este descalabro, que tampoco suma para Cristina Narbona y para los barones autonómicos Pedro Saura y Joan Lerma.
Ante el futuro de Narbona, los regantes del Tajo-Segura no se pronuncian. No saben qué es mejor, si malo conocido o bueno por conocer, como dice el refrán. Aunque muchos reconocen, fuera de los micrófonos, que Narbona ha hecho todo lo posible por ellos. El consejero de Agricultura y Agua, Antonio Cerdá, resulta cristalino: le da igual que ministro que haya si se mantiene la misma política.

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