La segunda jornada del festival se la reserva Mediaset para presentar su nueva serie, ‘Señoras del (h)AMPA’. Como no puedo asistir al pase de prensa matutino, me dejo caer por la proyección abierta al público de la tarde. Y menudo pitote.
En la presentación de la producción de Carlos del Hoyo y Abril Zamora no cabe un alma. Hay mucha gente joven (aunque estos son menos apuestos que los del primer día) e incluso parejas con niños. Hay que ver lo que tira Telecinco, por mucho que la apuesta del conglomerado de Berlusconi huela más bien a caducado en las sinopsis que circulan por ahí. Cuatro madres sufridas y hastiadas, representativas de un espectro de generaciones de mujeres que aguantan lo que se les eche, se reúnen para una demostración de un robot de cocina en la que provocan, accidentalmente, un asesinato. Desde ahí, el grupo se va sumergiendo más y más en el fango para intentar ocultar su secreto.
Sabiendo esto, llego a la sala Azcona del Matadero con terror a lo que pueda encontrarme. Desde la última fila de butacas, la perspectiva es especial: me doy cuenta de que la sala es realmente preciosa; pero también del chorro incesante de espectadores de a pie que explotan el privilegio que es un preestreno. Ellos, de ese terror que a mí me empieza a helar la sangre cuando veo el título de la serie grabado en papel de cocina en la foto promocional que brilla en la pantalla, no saben nada. La marabunta es incontenible y la maestra de ceremonias, en lugar de arengar al público como en la primera jornada, hoy tiene que domarlo para que baje el volumen. Con el tenue hilo de voz que le permite la revuelta que hay montada en Matadero, presenta a los responsables de la serie. La voz de Zamora sí que la ahogan del todo los berridos de un público que está siniestramente emocionado.
Detrás de ellos desfilan las caras del reparto: Toni Acosta, Malena Alterio, Nuria Herrero y Mamen García son las cuatro mujeres que se enfrentarán a esa muerte sobrevenida en 13 episodios que Mediaset lanzará a comienzos del próximo año. En la fila de delante, una mujer que aplaude más efusivamente que nadie en la sala se desgañita gritando «¡Guapa!». Ella, que seguramente vino para la Copa Libertadores y ya se ha quedado aquí, ‘hooligan’ como ninguno, responde a voz en grito a las preguntas retóricas de las actrices como si la fueran a escuchar a 30 metros de distancia. Las intérpretes agradecen a los creadores su implicación en un episodio piloto «hecho con mucho cariño» y con «pocos medios». Resulta divertido lo relativo de la expresión ‘pocos medios’ para profesionales acostumbrados a trabajar a según qué escalas.
Cuando empieza la proyección hay al menos una decena de personas que no han conseguido asiento, y se apoyan en las escaleras para ver cómo ‘Señoras del (h)AMPA’ arranca con una seguridad que ya no suelta en los 70 minutos que dura el episodio. Apenas llevamos unos minutos y una quinta mujer, con un nivel de vida a kilómetros del de las cuatro protagonistas, cierra una entrada de su blog con «besitos de estevia». Como contrapunto (algo que la serie trabaja mucho en el primer tramo para perfilar bien sus personajazas arquetípicas, planas, adorables), vemos a una de las madres exánimes masturbarse mirando cómo David Cantero presenta el telediario. La de la fila de delante casi se quiebra el cuello de risa.
‘Señoras del (h)AMPA’ transita esa senda, la del humor negro y escatológico, a veces con elegancia y a veces a trompicones. Mientras que algunos resortes cómicos suenan rancios, otros parecen tomar el pulso a los consumidores más jóvenes, utilizando esos «Qué fantasía» o «Lo siento muchísimo» que dialogan con referentes prácticamente neonatos en la farándula y que veremos si son o no eficaces para conectar con algunos sectores del público. Porque esta es una serie para el público; una que se pone a sus pies para darle un rato (ratazo, malditos 70 minutos) de diversión a quien esté dispuesto a entrar en su juego. Por mucho que desbarate la hipótesis ese señor que ronca a mi lado durante la proyección. Los personajes, una vez presentados, se polarizan inmediatamente para que el espectador no tenga ningún problema ubicándolos; algunos hasta empiezan a juguetear con muletillas que los encasillan en un rol concreto, fácilmente asumible y que deja paso al delirio de la trama.
Según comenta la maestra de ceremonias, se ha dicho en el pase de la mañana que había en la serie de Mediaset reminiscencias de Almodóvar y de ‘Mujeres desesperadas’. Pero más que en el realizador manchego, a mí estas señoras me hacen pensar en Álex de la Iglesia. El sindios de la serie (y el de la sala) es parecido al que suele montar el vasco en sus historias, con unos personajes maltratados, quemados por la presión y con salidas de tono, envueltos en una espiral gore (visual y argumental) que solo puede acabar peor de lo que empezó.
El primer gran problema es la duración. No hay quien se crea esta aventura ridícula e histriónica a hora y pico por episodio. El segundo problema es la esporádica falta de confianza de la producción en su propia propuesta: por mucho que la intensa banda sonora se empeñe en recrudecer el tono, las protagonistas siguen siendo las mismas que sueltan chascarrillos en situaciones límite. Es cierto que se habla de conciliación laboral y familiar, del estigma de las mujeres de avanzada edad… pero esos temas salen de foco rápidamente para dejar paso a la opereta desbocada. Sin el cariño por la cotidianeidad de ‘Mira lo que has hecho’ (de Berto Romero para Movistar+), los momentos más trascendentales resultan impostados. Una vez sucede el detonante de la trama, las vidas ordinarias que la serie había mostrado con mimo y sosiego pasan a ser ‘jumpcuts’ y secuencias de montaje rítmico en las que uno acaba esperando un chiste que nunca llega.
Al salir de la proyección y ver cómo las caras más o menos famosas se agolpan en la puerta, resulta que los espectadores de a pie que celebraban hasta la extenuación no eran tan de a pie. Con el ánimo más calmado, se van agolpando en otro caudal de coronillas que abandonan la sala. Va pasando, mientras, un adelanto del resto de la temporada en la pantalla que promete, al menos, giros más que sorprendentes. Viendo el resumen, no entiendo cómo se puede haber llegado a lo que se muestra ahí en apenas unos episodios. Luego me acuerdo de que duran 70 minutos.