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Antonio Rivera

A pantalla 'partía'

Mayhem Film Festival (III): El humor y la montaña

Entre la programación del festival de terror, ciencia ficción y cine de culto de Nottingham, el humor es un común denominador. Pero es un humor de doble naturaleza: primero, por irónico y absurdo en sí mismo; segundo, por el hecho de que esa comedia ramplona esté insertada en relatos llenos de tragedia física y psicológica. ¿Qué pasa con la risa en el cine de género? Entiendo que es una característica aledaña a esa condición de cine ‘de segunda’ que se enarbola aquí, con orgullo y no poca ambición de contraataque a los que etiquetan; tan (o incluso más) celebrada por los asiduos de estas películas que abarrotan la sala del cine Broadway, en Broad Street, como las hazañas formales o estilísticas, que seguro merecerían más aplausos en un entorno menos desmelenado.

Pero esto es a lo que se viene aquí. Y ‘Something Else’, de la tercera jornada del festival, lo ofrece. Esta sorprendentemente ambigua historia de monstruos que se arrastran en la oscuridad, dirigida por Jeremy Gardner y Christian Stella, muestra la ruptura de una pareja en un pueblo del interior rural norteamericano. Él, interpretado por el propio Gardner, es tan insoportable que ella, a la que da vida Brea Grant, decide marcharse un mes de casa. Primer volantazo: cuando la chica se marcha, una criatura salvaje comienza a acosar al reciente soltero por las noches. Esa misma radicalidad en los volteos del tono, el género y el ritmo de la película comparece hasta dos veces más, alternando entre el drama romántico y el terror gore con una desvergüenza socarrona que arranca risas desprevenidas. Si el monstruo (al que Gardner despedaza justo después de reconciliarse con su pareja) es una metáfora de los complejos del cónyuge y la carnicería representa la batalla personal con su ego, a nadie pareció importarle mucho.

Sí dejaban más hueco para la reflexión, por una cuestión puramente logística, los cortometrajes del ciclo proyectado después. La reducida duración de las piezas –aunque muchas cayeran del lado del chiste fácil y las bolas curvas– parece permitir más libertad a las que están dispuestas a forzar la máquina. No hay mejor oportunidad para desgranar un desasosegante relato posmoderno, sin planteamiento ni resolución, que un corte de cinco minutos escasos. Y ahí deslumbró ‘Dead Quiet’, de Alex Withers, un trabajo sobre la soledad ambientado en los meses posteriores a una suerte de apocalipsis zombi. Lo terrorífico, en la película, no es la voracidad de las mandíbulas de los no muertos, sino el silencio de una vida anestesiada y con fecha de caducidad. Sorprendió (y, según me contó Steven Sheil, codirector del festival, quizá se deba al momentum de Sitges) la cantidad de cortometrajes españoles en el programa. Hasta el nombre de Emilio Aragón pasó por la pantalla del Mayhem, en calidad de productor.

(Fuente: David Mark en Pixabay)

Con la congoja en la glotis por la que sería la última noche antes de la última noche, el festival de terror rompió su propio molde. Y me hizo la puñeta a mí, que me había quejado con toda mi pachorra de lo poco que encajaba ‘Sword of God’ en una cita de terror y género como esta. ¿Pues no van y cascan en la penúltima jornada ‘The Gangster, the Cop, the Devil’, que de terror o ciencia ficción tiene poco, y resulta que es prácticamente la mejor película del festival? Aunque creo poder entender a qué obedece esta conjunción astral: en la cinta, que firma el surcoreano Lee Won-Tae, aparece Ma Dong-Seok, el titán que grabó su gesto a fuego en mi cerebro con la imaginativa ‘Tren a Busan’.

Algo tengo yo con lo de ver sus películas fuera de la zona de confort: aquella divertidísima aventura de zombis la vi en una proyección de noche fría de julio en medio de la plaza del ayuntamiento de la ciudad más bonita de España, rodeado de niños y borrachos; esta, de acción trepidante, en un evento que le es completamente ajeno y que, sin embargo, la recibió con un calor asombroso. Aquí Dong-Seok no es aquel charcutero pacificador quasi-mitológico, sino el capo de una mafia local que se ve obligado a unir fuerzas con un policía excéntrico para atrapar a un asesino en serie. La de Won-Tae es una cinta policíaca excelente, aunque reaccionaria en un sentido transcultural en su trama sobre la pena de muerte (vedla con vuestro cuñado y apuntad sus reacciones). Pero todo eso es ornamento, aquí lo que importa es Ma Dong-Seok. Después de 20 minutos de gags físicos y persecuciones en coche, la descomunal espalda del actor aparece ominosa en la pantalla, como una montaña que cercena un paisaje llano; como en aquel plano de ‘Yo soy el amor’. Y un servidor siente, a oscuras y con la boca pequeña, verdadero terror. Menos risas.

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Antonio Rivera

Sobre el autor

Periodista y crítico del audiovisual. Este es mi huequecico para reivindicar lo pequeño, pero también lo grande, del cine y la TV.


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