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Antonio Rivera

A pantalla 'partía'

11 grandes series de 2019

(Fuente: istolethetv bajo licencia CC)/

Es hora de recapitular las bondades que nos ha dejado la cosecha seriéfila de este año. Para eso confecciono esta lista, que no es una lista de las mejores series del 2019, sino de las que más recomiendo dentro de, obviamente, las que he visto. Por eso se quedan fuera producciones laureadas, como ‘Years and Years’, porque no he tenido yo el cuerpo para esos disgustos; u opciones cantadas, como ‘Chernobyl’, porque entonces mi texto aportaría poco o nada a los ríos de tinta que ya han corrido sobre el tema.

La lista es abstracta (como todas, que no os la cuelen), y se rige por unos criterios líquidos, variables, antojadizos y que no tengo ni quiero tener claros. Porque nadie los tiene, así que por qué no decirlo y ya está.

Aquí se turnan el timón la audacia formal –artística, si se quiere–, la relevancia dentro de un determinado nicho,y el puro interés sociocultural.  Incluso el orden, la sustancia elemental de un animal mitológico como es una lista de lo mejor del año, es circunstancial: lo utilizo más para ejecutar una justicia poética en favor de grandes triunfos populares (y en detrimento de obras ya más que apreciadas por las élites culturales) que con la pretensión de establecer una jerarquía verdadera, que sería humo toda ella. Anem a la feina.

  1. ‘La casa de papel’ (temporada 3). Puede verse en Netflix

La serie de Álex Pina y su equipo, Vancouver Media, ya había hecho su agosto en Netflix, con la incorporación de sus dos primeras temporadas (una partida en dos mitades, en realidad) al catálogo de la plataforma, y su consiguiente transformación en fenómeno mundial. Menos en EE.UU. (donde sí que triunfa ‘Élite’) que en el Europa y Latinoamérica, se dice; pero es innegable que ‘La casa de papel’ se ha ganado el puesto de buque insignia de la ficción española contemporánea. A terminar de poner la pica en Flandes llegó una tercera temporada, este verano, ya pagada por la plataforma estadounidense y no por Antena 3. Con ella, la serie planteó un nuevo atraco para la banda de los Dalís que no solo fue un tremendo salto estilístico (el ritmo que alcanza su tramo inicial es de verdadero blockbuster norteamericano y su fotografía es el visado de mucha de la ficción nacional que se exporta ahora), sino una reafirmación. La serie entendió, aceptó y utilizó su posición de gran motor de masas para resignificar algunos de sus cabos sueltos y plantear debates sobre el espíritu antisistema. Si tienes masas de fans a los que permitirte hacer guiños, es que eres una serie de las grandes.

  1. ‘Preacher’ (T4). HBO España

La serie que se perdieron los que creen que con ‘Watchmen’ han descubierto América. ‘Preacher’ era igual de bizarra, igual de inexplicable e igual de heredera de uno de los cómics más subersivos de su tiempo. En su caso, el tebeo que Garth Ennis y Steve Dillon escribieron y dibujaron para Vertigo: un cóctel molotov de anticlericalismo, gore y ‘western’ disfrazado de aventura en la carretera. La serie, a rebufo del cómic, y como todas las historias inspiradas en las viejas leyendas de colonos, es una revisión del mito nacional que cimenta la identidad estadounidense, desde la relación del hombre con los apabullantes paisajes del nuevo continente hasta la mojigatez de su sociedad protestante. ‘Preacher’ terminó este año con su cuarta temporada, más pistolera que cualquiera de las anteriores, y guardando en la boca el sabor amargo de un último cigarrillo ante la quietud del desierto.

  1. ‘Paquita Salas’ (T3). Netflix

Los Javis, como creadores, dan tumbos. Producen proyectos interesantes que se desploman a los tres minutos (como ‘Terror y feria’, de Flooxer, también de este año) y escriben guiones plomizos como el de ‘La llamada’, pero con ‘Paquita Salas’ dieron en el clavo. Sentaron con una humilde primera temporada las bases de un personaje con todo el potencial para convertirse en icono de Internet, y lo han ido untando en distintos adobos con otras dos entregas. La última de ellas, publicada por Netflix este verano, colocó a la figura de Paquita ante una carretera, por fin, rectilínea. Sacando el máximo de las ideas apenas esbozadas al arrancar la serie, la pareja de creadores ha dejado para la posteridad un corrosivo y sensible retrato de la farándula española (especialmente musical en su tercera temporada) por el que han desfilado Irene Escolar, Fernando Colomo, los triunfitos o Juan Echanove.

  1. ‘Succession’ (T2). HBO España

“A mí no me interesan las cuitas de unos putos pijos”. Eso, seguramente, fue lo que muchos pensamos al plantarnos delante de ‘Succession’. Y con esa vehemencia, también, porque la premisa de la serie de Jesse Armstrong no solo provoca envidia: también da rabia. Un clan propietario de uno de los últimos grandes grupos mediáticos de titularidad familiar, y todos ellos a la zaga del gran capitoste (un evidente sosias de Rupert Murdoch interpretado maravillosamente por Brian Cox), que designa sucesor a un hijo o a otro según le va viniendo en gana. Y también con la intención de amargarles un poquito la vida. Porque serán pijos, sí: pero se odian. Y eso es bueno. HBO España estrenó este año la segunda temporada, marcada por un Adam McKay que sentó un estilo visual de impacto y con ramalazos de documental que se mantiene a lo largo de los nuevos episodios. Una vez empiezas, todo son castillos en Inglaterra, fiestas privadas en Nueva York, placas honoríficas en Escocia y barcos (BARCAZOS) en aguas internacionales. Un drama adictivo, de una comicidad lóbrega y muy placentero. Porque los odias, sí, pero no más de lo que se odian entre ellos.

  1. ‘Trampa-22’. Starzplay

Si tiene que trascender algo de este ejercicio onanista que es recopilar lo mejor del año, que sea esto. ‘Trampa-22’ es una serie incontenible, con una personalidad que no cabe en esta habitación. Adaptación de una de las novelas insignia del antibelicismo, la serie presenta a Yossarian, sin duda el personaje más lastimoso y sufrido de todo el año televisivo. El joven cadete, destinado a un campamento de las fuerzas aéreas en Italia en plena Segunda Guerra Mundial, lo único que quiere es que le diagnostiquen algo, cualquier cosa, y lo manden a casa. Porque ni él, ni nosotros, entendemos por qué los gerifaltes mandan a la muerte a unos jóvenes desde unos despachos acomodados hasta lo absurdo. Amarga, divertida, profunda, desagradable, incómoda. Todo eso es ‘Trampa-22’; que, por desgracia, solo puede verse en Starzplay, una plataforma a la que pueden suscribirse los usuarios de Orange TV. ¿Merece la pena pagar una fibra óptica solo para ver esta serie? Pues salen George Clooney y Hugh Laurie. Dímelo tú.

  1. ‘Juego de tronos’ (T8). HBO España

Poco queda por escribir sobre esta serie. Benioff y Weiss, los guionistas que han adaptado durante ocho temporadas las novelas fantásticas de George R. R. Martin (y que, llegado cierto punto, se desviaron del material original para seguir su propio curso), han visto lo mejor y lo peor de la industria televisiva y su público con el cierre de su niña bonita. Por un lado, firman proyectos con las más grandes compañías porque sus nombres ya son sinónimo de algo, aunque no se sabe muy bien el qué, y les salen ‘spin-offs’ de la serie hasta de debajo de las piedras; por el otro, los fans fueron expresando un descontento creciente con esta última temporada que, al final, se materializó en una infausta recogida de firmas en change.org para que alguien que no fueran ellos reescribiera la temporada. En cualquier caso, este año hemos sido testigos de algo que tardará en repetirse. El último gran evento televisivo, dicen algunos. Sea como fuere, está claro que hemos asistido a los últimos estertores de una gran ballena blanca varada. Hemos visto como hasta las criaturas más monstruosas acaban por apagarse, a veces de formas grotescas, y eso, en su naturaleza cruda y prehistórica, es siempre un espectáculo hermoso.

  1. ‘Black Summer’. Netflix

Ya tiene confirmada su segunda temporada, y esa es una de las mejores noticias que Netflix podía darnos este año. Porque la plataforma está empecinada en probar suerte con el género de los zombis (con todos los géneros, en realidad) desde todos los ángulos posibles, y en primavera acertó de lleno con ‘Black Summer’. La serie, una precuela escindida de la más cachonda ‘Z Nation’, olvida cualquier rastro de risa y se va ennegreciendo a medida que pasan los capítulos. Con una estructura que solo se les permite a las series indomables (alternando episodios de treinta minutos con otros de una hora), ‘Black Summer’ recorre todos los tropos del género –que en realidad son, también, las grandes ideas que años y años de ficción no-muerta han ido acumulando– y pone a prueba su elasticidad. Las historias de zombis nunca han ido de los propios zombis, sino de los humanos: del colapso de todo lo que habíamos construido y de la posibilidad de imaginar un futuro distinto. Y de eso hablan todos. Que esas cuestiones, por la intensidad de su tratamiento, se vuelvan tan vibrantes que hagan resonar los huesos del espectador en un viaje rupturista ya es algo que casi nadie consigue.

  1. ‘Killing Eve’ (T2). HBO España

Su creadora ha sido la estrella este año, pero, irónicamente, por otra serie. Phoebe Waller-Bridge, que se ha bañado en Emmys con su ‘Fleabag’, fue la artífice de ‘Killing Eve’; y, aunque la segunda temporada, publicada este año, la firmó otra ‘showrunner’, su impronta aún puede sentirse. Esta ¿comedia? policíaca resolvió en una frenética segunda entrega lo que a los espectadores más nos interesaba, por encima de los crímenes y las indagaciones: la esperpéntica tensión sexual no resuelta entre Eve, una inspectora del servicio secreto británico, y Villanelle, una habilidosa asesina. Ni con una masa de ideas excesiva ni siendo formalmente apabullante, la serie se cuela en las posiciones más altas de todos los ‘tops’ por algo fundamental: el tono. Con ‘Killing Eve’ uno nunca sabe si reír o llorar.

  1. ‘Watchmen’. HBO España

Acabó ‘Preacher’, pero volvió a salir el sol. Damon Lindelof ha firmado esta adaptación para HBO del cómic entendido como novela gráfica por excelencia: ‘Watchmen’, la obra maestra de Alan Moore y Dave Gibbons. Y la serie, compleja a más no poder, es una imprescindible de este año a falta, en el momento de escribir estas líneas, de su último episodio. Probablemente, al ver el cierre de esta magnífica temporada, la serie suba un puesto. Si Alan Moore destrozaba el canon de las historias de enmascarados y resaltaba el tufillo antisoviético de los EE.UU. de los ochenta con su cómic, lo que hace el creador de ‘Perdidos’ es mover el foco hacia el supremacismo blanco y las dialécticas de raza que atraviesan la historia del país. La serie, una impugnación de la narración convencial; alucinógena, enrevesada y enferma por momentos; es seguramente lo más rompedor que ha podido verse en la televisión en el 2019.

  1. ‘The Politician’. Netflix

El aterrizaje de Ryan Murphy, el gran creador ‘camp’ de la tele contemporánea, en Netflix como uno de los fichajes autorales de la plataforma –junto a, por ejemplo, Shonda Rhimes– no podía haber sido más acertado. Su serie, ‘The Politician’, traduce la insondable política norteamericana en unos atolondrados comicios estudiantiles en un instituto californiano. El libreto, dirigido con bastante más comisión que otros de sus trabajos, como ‘Glee’, y que aun así mantiene el colorido y la mamarrachería, tiene mucho de tragedia clásica y shakespeariana, con herederos, traidores e intrigas palaciegas. Su capítulo doble, ‘El asesinato de Payton Hobart’, es además un ensayo inteligentísimo sobre el estatus de estrella de los políticos estadounidenses, que, como tales, deben morir en el escenario, aniquilados por los frutos del propio sistema que perpetúan. Y en esta hipótesis encajan tanto Kennedy como John Lennon. Aunque es difícil entrar en ella, ‘The Politician’ recompensa a los que aguantan.

  1. ‘Stranger Things’ (T3). Netflix

No entendería colocar en el primer puesto una serie que no fuera mi mejor experiencia seriéfila de todo este año, y la tercera temporada de ‘Stranger Things’ lo ha sido. La de los hermanos Duffer es una serie que no se depura con los años, sino que va añadiendo más carga de un lado o de otro, para ver si es capaz de mantener en equilibrio tramas cada vez más densas. En la segunda entrega no funcionó, es cierto; pero ‘Stranger Things 3’ es todo lo que la serie quiso ser desde que hiciese a ese chaval de Hawkins estrellarse en su bici hace tres años. Siempre desde el homenaje inspirador y no desde una nostalgia doliente, la serie proyecta el amor de sus creadores por una época de la cultura pop que era puro progresismo.

Su historia iniciática, clave en las obras ilusionantes que actuaron como vectores políticos de progreso en la América de Reagan, es una mirada cómplice hacia atrás, pero no con la intención conservadora de despertar en el público cuarentón un niño que haría bien en seguir dormido. ‘Stranger Things’, con su narración impecable y su magnitud elefantiásica tiene tanto poder como aquellas historias de Spielberg y Hughes para convertirse en el amable refugio de los niños del hoy. No pude hacer otra cosa que ver toda la temporada de seguido, un frenético capítulo detrás de otro, episodio final de hora y media incluido, con una sonrisa boba en la cara y preguntándome cómo era posible que no encontrara el cartón a un artificio que me estaba divirtiendo como nada lo había hecho en mucho tiempo. Por eso es, para mí, la mejor serie de 2019.

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Antonio Rivera

Sobre el autor

Periodista y crítico del audiovisual. Este es mi huequecico para reivindicar lo pequeño, pero también lo grande, del cine y la TV.


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