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Antonio Rivera

A pantalla 'partía'

‘Parásitos’: reina de la mugre, reina de los Oscars

(Fuente: Pexels)/

La apuesta segura para la categoría de Mejor Película en la gala de los Oscars, celebrada hace apenas una semana, era ‘1917’, la filigrana esteticista pero con corazón de Sam Mendes, que venía de hacerse con reconocimientos equivalentes en ceremonias pasadas como los Globos de Oro y los premios de la BAFTA. El premio poético (por el que yo militaba, y que no habría desentonado entre los galardones sentimentales que acostumbra a otorgar la academia del cine de los Estados Unidos) habría sido, sin embargo, para ‘El Irlandés’, la involuntaria carta de despedida de Martin Scorsese. Si mañana perdiéramos al director de ‘Uno de los nuestros’ –crucemos los dedos para que no sea así–, no podría haber dejado mejor testamento.

La sorpresa llegó cuando ‘Parásitos’, la muy valorada cinta del surcoreano Bong Joon-ho, se alzó no solo con la estatuilla de la Mejor Película, sino con un puñado más –y de las gordas. En cosa de un año o dos veremos la divertidísima, engorrosa y picuda película convertida en una serie de HBO, que el director desarrollará junto a Adam McKay (‘Succession’) y aprovechará para diseminar algunas de las ideas que quedaron en el tintero. Si has visto la cinta, necesitarás el estreno de la miniserie como agua de mayo; si no lo has hecho, deja de perder el tiempo y acércate al cine. O a Filmin, que la añadirá dentro de poco a su catálogo.

Con la fiebre de los premios, la cantidad de ventanas disponibles para acceder a la obra de Bong Joon-ho ha aumentado enormemente. No hay excusa posible, por tanto, para perderse este cuento impregnado del cine mediano, raro y desacomplejado, que dibuja el retrato de la familia Kim, un clan surcoreano que se arrastra por la vida, más que caminar, en unas condiciones económicas bochornosas. Cuando un amigo de la familia, una especie de turista de clase evanescente y escurridizo que se pasea por los lindes del lumpen y les echa algún que otro cable, ofrece al más joven de ellos sustituirle como profesor particular mientras él estudia en el extranjero, los Kim huelen el aroma glaseado del ascensor social.

‘Parásitos’ es sencillamente inabarcable. La sinopsis de la que acabo de dar cuenta (hundiéndome en la trama solo hasta las rodillas, como en el Mar Menor) podría referirse tanto a una comedia de enredo como a una tragedia gore; y ‘Parásitos’ es esas dos cosas y más. La mayoría del tiempo de una en una; en ocasiones, cuando es más perfecta y más intensa, todas a la vez.

El potencial spoiler de la cinta de Bong Joon-ho no está en el final, sino en su fruto central; así que me permito recomendar –más que imponer– que se preste atención a la carta con la que el joven Kim remata la historia. En la epístola, cuyas circunstancias y asunto me ahorro por precaución, se apunta que «lo que ocurrió aquella tarde aún parece irreal, y sin embargo no lo fue». La interrogación al espectador que corona esta escena, tan asfixiante como el resto del metraje, resuena con la frase citada para enarbolar la condición de película de género de ‘Parásitos’ como piedra angular de su eficiencia. El fantástico concebido menos como un género estanco que como una posición ante los géneros, englobando desde la devoción por el terror hasta la alucinada ciencia-ficción– es la vía elegida para comunicar. No para decir la verdad, posibilidad que se rechaza, sino para ofrecer una verdad. La distorsión y la libertad psicotrópica que a veces solo permite la adscripción genérica ayudan al director a trascender la fantasía, abstraer el concepto de ficción hasta su ser puro etimológico («dar forma») e impugnar la volátil realidad.

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Antonio Rivera

Sobre el autor

Periodista y crítico del audiovisual. Este es mi huequecico para reivindicar lo pequeño, pero también lo grande, del cine y la TV.


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