Por Carlos Recio.
Hace unas fechas, tuvimos la ocasión de participar en un Cine Fórum con la película sobre Churchill ‘El instante más oscuro’. Un excelente largometraje donde que se elogia la figura del primer ministro inglés ante una decisión que, posiblemente, nos ha permitido disfrutar de una Europa mayoritariamente democrática. Posteriormente, tuvo lugar una mesa redonda en la que Ibon Navarro, Encarna Guirao y Alberto Aguirre, entrenador del UCAM Murcia, directora de RRHH Hero Ibérica y director de La Verdad respectivamente, nos dieron su particular punto de vista sobre si la comunicación hace al líder o si el líder se hace según comunica.
Podemos tener largas e interesantes divagaciones al respecto de ese asunto, pero por encima hay una realidad obvia: la comunicación es una herramienta fundamental para el líder y según cómo la maneje podrá alcanzar sus metas con un tiempo e intensidad concreto.
Ser una persona locuaz y manejar bien el lenguaje ayuda a la trasmisión del mensaje, pero la buena preparación no es superada por ninguna aptitud.
El líder está continuamente comunicando, es observado por sus subordinados y su comportamiento también es comunicación que marcará el proceder de su equipo. Como responsables de un equipo, líderes siempre en alguna medida, debemos cuidar y atender nuestras declaraciones, preparando convenientemente estas siempre que sea posible.
Sir Winston Churchill tenía el don de la palabra, era un hombre muy agudo y de amplísimo vocabulario. No obstante, cada declaración pública se la preparaba concienzudamente -desde la cama a ser posible-, pero no improvisaba más que lo estrictamente necesario. Consciente de que con su comunicación podía hacer que la gente le siguiera, trasmitía en sus discursos fe en sus convicciones, al tiempo que hacía a los oyentes partícipes de los logros a obtener. Visualización del éxito, anhelar el premio para que el camino duro sea más llevadero.
Trabajador incansable, tenía claro que “el esfuerzo continuo, no la fuerza o inteligencia, es la llave para desatar nuestro potencial” y que “valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar”.
Si me permiten un consejo, algo que tengo claro de mi experiencia de más de 20 años trabajando la comunicación desde una agencia de publicidad, les diría a los que hablen con soltura que sean prudentes, a los que les cueste hablar que sean valientes y a ambos les recomendaría que sean proactivos y que lean un poco sobre Churchill. Aprenderán y disfrutarán.