Prometía más
Si el objetivo de la temporada del Campus Promete era la permanencia, el balance final es positivo y la nota es, al menos, de aprobado. Hay que reconocer el mérito que supone seguir en la élite del baloncesto femenino español, pero el sentimiento al cierre de esta campaña es que nos hemos quedado a medias, que el año prometía más de lo que dio.
Con un Añares Rioja abocado sin remedio al último puesto, el reto de pelear por huir de la segunda plaza de descenso se puede catalogar de humilde. Cuatro de las ocho victorias se han logrado ante los dos rivales que han quedado por debajo y sólo en el esperanzador primer tercio de la liga se dieron los pasos necesarios para generar ilusión. De hecho, los triunfos obtenidos esta temporada no hubieran sido suficientes para mantenerse la pasada campaña, la única referencia anterior en la máxima categoría.
Al equipo le ha faltado encender la chispa, con demasiados sinsabores y pocos fuegos artificiales, y potenciar los anclajes con la cantera para calentar y enganchar a una afición a la que le costó también meterse en harina. De las que llegaron, sólo Covington y Stewart han estado a la altura esperada. De las que quedaban, únicamente Leslie Knight ha mostrado galones.
Además, con la larga lesión de Naiara y con la presencia testimonial de jugadoras del filial, Estebas ha ejercido, junto a la secundaria Salcedo, como único eslabón y vital enganche con el corazón de la grada. Esta es una importante tarea pendiente, ya que un proyecto que se quiere prolongar en el tiempo necesita que la hinchada se identifique con su equipo para construir una base sólida con futuro.