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Mar Peté

Desde mis tacones

“Homo sapiens” vs. “Femi sapiens”

imagesnlEn los últimos años el ser humano ha evolucionado y ha aparecido una nueva especie, o quizá mejor dicho, ya existía pero era difícil diferenciarla en el ecosistema de la vida, pues solía estar mimetizada con el medio y pocos eran capaces de identificarla como parte de la flora y fauna social. No solo se ha despertado, también se ha dejado ver. El “homo sapiens”, desde entonces, comparte espacio y reconocimiento con ella, con la “femi sapiens”. Por fin las mujeres ya no somos transparentes, ni tontas, ni inútiles, ni sumisas, ni frígidas, ni mojigatas…

Yo, un día me miré al espejo y comprobé que de lo que hay que tener dos, lo tenía, es decir, vi dos brazos, piernas, ojos, manos… y de lo de solo uno, también lo cumplía, y por más que me busqué, no pude encontrar qué era eso que me faltaba para estar completa, porque llevaba toda la vida oyendo aquello de:

-Búscate tu media naranja, que te complemente, que te haga feliz…

Y así crecí, creyendo durante muchos años que sin un hombre a mi lado jamás vería cumplido mi sueño, pero la realidad era que, de no espabilarme, acabaría convirtiéndome en el sueño que otro había tenido por mí. Lo curioso del caso es que cuando más más emparejada he estado, menos menos completa he sido. Hasta que un día me hice esta pregunta:

-Yo, ¿cómo nací? ¿Soltera? O sea, que la manía esa de casarnos los unos con los otros vino después, ¿no? Pues está claro, mi estado natural es la soltería y lo otro son… ¡encantadoras y tentadoras paranoias en las que de vez en cuando caigo arrastrada por cantos de sirenas!

Y poco a poco, el ecosistema social se fue llenando de “femi sapiens” que sabían, que podían, que se proponían, que conseguían, que querían,… Y dejaron al pobre homo sapiens con el paso cambiado y con un pastel mental del que más de uno no sabe cómo salir, aunque también sé que algunos ilusos homo sapiens lo intentan y se esmeran poniendo en práctica lo que aprendieron de sus madres y lo que vieron en las películas y claro, vuelven a tropezar. Y por más que se esfuerzan, zasca, para cuando se quieren enterar ya se han quedado tres pueblos atrás y sin cita para el fin de semana.

Esta nueva especie de “femi sapiens”, curiosamente, es fácil de encontrar en cualquier ecosistema laboral, de ocio, urbano o rural, ya no queda ecosistema terrenal que no haya sido invadido por ella. Lo cierto es que da lo mismo dónde, cuándo o cómo aparezca, porque lo que más le identifica es que todas ellas tienen un rasgo común, todas son mujeres de carácter. Son mujeres que saben muy bien lo que quieren, pero todavía saben mejor lo que no quieren y lo dicen, lo demuestran, lo dejan claro y, lo mejor de todo, es que lo que no quieren, es innegociable. Carácter sí, mal carácter no. Porque son y saben ser cariñosas, empáticas, dulces, nobles, ilusionadas, pero no te confundas, las “femi sapiens” de gilipollas no tienen nada. No les pongas a prueba porque hay algo que les distingue de sus antecesoras, a una “femi sapiens” la puedes enfadar y te mostrará con ingenio y mano izquierda cómo desbaratar un ataque de fuego enemigo, pero lo que nunca nunca deberás atreverte es a mosquearla, ¡ni se te ocurra minusvalorar sus capacidades! Dentro de una “femi sapiens” late un detective agazapado a la espera de saltar a la acción para descifrar una tomadura de pelo masculina, estará dispuesta a destripar una mentira de “homo sapiens” y siempre, sabedora de su potencial, estate seguro que si le lanzas un reto, vas a terminar fuera de combate, fuera de su vida y sin retorno. Antes de echar un pulso homo vs. femi, piénsatelo dos veces, porque lo peor que se puede hacer es mosquear a esta sagaz especie humana. Ten muy en cuenta que, aunque creas que desde su posición no es capaz de controlarlo todo, olvidas que tú no cuentas con los diez centímetros de más de sus tacones, esos que le ofrecen una perspectiva de la vida siempre impredecible para un “homo sapiens”.

Estas mujeres de carácter pisamos con certeza, andamos con seguridad, amamos sin dependencia y deseamos con convicción. Somos capaces de ponerle a todo infinita pasión, tanta, que desde hace tiempo miramos siempre hacia arriba, estiramos las manos y rozamos las nubes, nos ponemos de puntillas y, como unas valientes, rompemos de un puñetazo ese dichoso techo de cristal que nos separa de las estrellas que llevan nuestro nombre, de esas estrellas que reflejan toda nuestra luz al universo.

Los científicos han anunciado que la especie “femi pasive” se ha extinguido, se ha encontrado alguna evidencia de su existencia junto a cierto “astrolepitecus” que aún queda suelto por ahí. El presente se llama “femi sapiens” y lo sabemos.

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Sobre el autor

Contar historias, soñar ilusiones, sentir la vida, compartir sensaciones, descubrir secretos, atravesar lo prohibido... Porque vivir es reír y disfrutar, es contagiarse de la alegría. Porque detrás de cada experiencia siempre hay miles de caminos esperándonos y yo me niego a quedarme quieta. Y como no hay nada como ser el protagonista de nuestros errores y aciertos, de nuestras dudas y de nuestras decisiones, aquí estoy, dispuesta a pasar contigo estos relatos llenos de magia. Un día descubrí que escribir desde lo alto de mis tacones era mucho más divertido y entonces me di cuenta que desde aquí arriba la vida se veía tan bonita que decidí compartirlo. Quizá al leer mi blog te digas: "esto me pasó a mí", "anda, esto me suena", "qué bueno, nunca se me habría ocurrido", "¿será posible que estas cosas ocurran?". Con el deseo de que lo disfrutes cada semana con una sonrisa, de que te haga revivir sensaciones y, sobre todo, para que entre risa y risa, también te ayude a darle vueltas a la cabecita y después salgas a comerte el mundo, antes de que el mundo te coma a ti. ¡Bienvenido al blog "Desde mis tacones"!


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