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Mar Peté

Desde mis tacones

Me dejo desquerer

73fe62460c875cc44896114c878869b5En secreto busco un refugio para mis pies que, sin mi permiso, osan quedarse fríos en el sofá mientras veo la tele; en secreto le doy al microondas medio minuto más cada mañana para que la leche se vaya calentando en modo invierno; en secreto miro de reojo las minifaldas de colorines de mi armario y, con el corazón encogido, veo cómo empieza a ponerse en primera fila lo de manga larga. En secreto, a escondidas y con la boca pequeña me doy cuenta de que me toca aceptar que el veranillo del membrillo está dando sus últimos coletazos porque, por mucho que me asfixie cuando me meto en el coche y a mí me siga haciendo ilusión darle al aire acondicionado, sé que voy a terminar desconectándolo a los cinco minutos sintiendo gangrenado el brazo que pilla del lado de la rejilla.

Todos los años me ocurre lo mismo y hasta que no termino resfriada por negarme a sacar una chaqueta para el camino de la mañana, no reacciono. Porque yo soy muy de no aceptar que hay un final, muy de negarme a ceder y a reconocer que el otoño, me guste o no, tiene sus derechos en el calendario. Y me encanta boicotearle comprándome un helado o haciendo planes para ir a pasar el domingo a la playa y él, sonriendo, me deja hacer, y en lugar de echarse un pulso conmigo es benevolente y me ayuda a disfrutar de horas al sol sin el calor abrasador del verano mientras me dora suavemente mi piel. Y yo me sigo haciendo ilusiones de que gano esta batalla imaginando que el verano aún no se acaba. Y cuando más confiada estoy, zas, de un día para otro, lo que para ayer estaba bien, para hoy es de alto riesgo y comienza esa bonita estación en la que las botas conviven en paz y armonía con los tirantes, el moquillo con el moreno y las chanclas de dedo luchan por calzarse con los calcetines de colorines. Y yo me digo:

-¡Aún hay posibilidades… el otoño puede ser traicionero, pero nunca ha sido cruel conmigo!

Y me autoconvenzo de que mientras no saques las garras, siempre es posible una reconciliación. De que mientras no me retires el saludo, siempre queda una posibilidad. Y yo misma me voy engañando, porque un día termino por dejar en el coche un chaquetón, no vaya a ser que a la salida del cine me quede helada. También tengo mis truquillos secretos, cuando veo encender las farolas por la tarde jamás miro el reloj y así hago como que no es verdad que las tardes son cada vez más cortas o cuando de pronto dejas de contestar mis mensajes, entonces te mando gifs divertidos para que no te huelas, ni por asomo, lo cabreada que de verdad me tienes.

-Como estrategia no está mal, pero ¿tú crees que el otoño se va a arrepentir y va a buscar otro sitio mejor para quedarse?

-El otoño es muy sabio y sabe que conmigo, para ganar, es mejor parecer que me da la razón. El otro, el de los mensajes sin contestar, es menos listo y no sabe que su silencio es mi mejor arma porque podrá ganar esta batalla, pero la guerra es mía y si no, al tiempo.

No es cierto que todo lo que empieza finaliza, es posible que pase por una fase terminal, pero yo no me doy por vencida tan fácilmente, qué va. Cuando me huelo que algo o alguien pretende darme carpetazo, en lugar de plantarle cara, yo me dejo querer o desquerer, según se mire. Y te suelto del hilo para que no te creas que el anzuelo te tiene pillado por los cataplines. Te confías y hasta te vas a picotear creyéndote libre de mis influjos mágicos. Y es cuando llega la hora de la verdad, porque no hay nada como ir de gallito de corral y terminar desplumado, picoteado y ladeado. Entonces es tiempo de rebuscar entre aquellos whatsAaps que dejaste sin contestar porque te creías que lo tuyo y lo mío había terminado, en ese tiempo en que yo me negaba a aceptar que aquello era el final.

-Pero cariño, ¿no sabes que el otoño es el entretiempo entre la pasión del verano y el refugio romántico frente a la chimenea de nuestras infinitas tardes de invierno?

Es cierto, por mucho que me ponga panza arriba y me rebele, el verano ha terminado. Pero por mucho que me niegue a aceptar que nada es para toda la vida, creo que aún es más difícil que tú no seas capaz de ver que después del verano siempre llega el invierno, que después de amarme a mí, siempre hay un después tan imposible de olvidar que te hará volver.

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Sobre el autor

Contar historias, soñar ilusiones, sentir la vida, compartir sensaciones, descubrir secretos, atravesar lo prohibido... Porque vivir es reír y disfrutar, es contagiarse de la alegría. Porque detrás de cada experiencia siempre hay miles de caminos esperándonos y yo me niego a quedarme quieta. Y como no hay nada como ser el protagonista de nuestros errores y aciertos, de nuestras dudas y de nuestras decisiones, aquí estoy, dispuesta a pasar contigo estos relatos llenos de magia. Un día descubrí que escribir desde lo alto de mis tacones era mucho más divertido y entonces me di cuenta que desde aquí arriba la vida se veía tan bonita que decidí compartirlo. Quizá al leer mi blog te digas: "esto me pasó a mí", "anda, esto me suena", "qué bueno, nunca se me habría ocurrido", "¿será posible que estas cosas ocurran?". Con el deseo de que lo disfrutes cada semana con una sonrisa, de que te haga revivir sensaciones y, sobre todo, para que entre risa y risa, también te ayude a darle vueltas a la cabecita y después salgas a comerte el mundo, antes de que el mundo te coma a ti. ¡Bienvenido al blog "Desde mis tacones"!


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