Dónde va a parar, si es que no tiene comparación, ya pueden seguir inventando fiestas frikis los norteamericanos que a mí no me engañan. Que se queden con su Halloween, su Black Friday y su Papá Noel, pero eso sí, que no se les ocurra tocarme a mis tres Reyes Magos porque por ahí no paso, ¿eh?
Lo cierto es que Santa Claus lo tiene bien complicado, porque puestos a elegir, a ver quién es capaz de ganarle la partida a tres buenos mozos, venidos de lugares exóticos, con barbas o sin ellas y a elegir entre mulato, asiático o más de los de por aquí. Además, hasta son capaces de cualquier cosa, porque claro, son tres y magos, y cuando digo cualquier cosa, es cualquier cosa. Y para colmo, es que están forrados, porque no son de esos que regalan un jarrón de Ikea para salir del paso, qué va. Nada más y nada menos que traen oro, ahí es nada; incienso, que viene a ser lo que un perfume de Chanel de estos tiempos, como poco; y mirra, todo un presente digno de una diosa. ¿Y todavía alguien cree que Papá Noel tan viejuno y barrigón es una dura competencia?
Yo, desde luego, lo tengo claro. Tres tíos capaces de venir desde tan lejos, acertar siempre con mis deseos y con la alevosía y el morbo que confiere la noche… ¡A mí no me comen el tarro estos yanquis! Si es que cómo no me voy a dejar engatusar por sus majestades, si lo único que me piden a cambio es que les deje un par de zapatos en el mejor lugar de la casa. Y yo, que para estas cosas soy muy pillina, voy y les pongo mis taconazos más fashion, no vayan a pensar que a mí con unas tontadas de alguna tienda de chinos de oriente me conformo. Estoy convencida de que en cuanto los ven, lo tienen claro, aquí toca dejar regalitos de gama alta, sí o sí.
Lo cierto es que todas mis mañanas del 6 de enero desde que era pequeña siempre han sido especiales y, por descontado, la de hoy no es diferente. De pronto, entre sueños, me hacen runrún las tripas y no es por hambre, que anoche di buena cuenta del roscón y aún estoy intentando hacer la digestión. Lo tengo más que claro, ese cosquilleo en la barriga son nervios, es una desazón que me tira de la cama y me lleva directa al salón. Pero antes, miro por el rabillo del ojo y ahí están las tres copas de licor vacías y los papelillos de los polvorones abiertos y rodeados de miguillas. Entonces sí, toca envalentonarme, cierro los ojos y abro el corazón dispuesta a encontrar todo lo que les escribí en un whatsAap dejándoles bien claras mis ilusiones. Aunque también está lo otro, porque eso de ser una niña buena, pues me da a mí que no lo he cumplido mucho, bueno ni mucho ni poco, para mí que este año he hecho un poco de las mías…
Abro la puerta y ahí están mis zapatos mirándome con cara de pocos amigos. ¡Madre mía, y ahora qué hago! No hay ni rastro de las miles de sorpresas de los otros años esperándome envueltas y con su lazo en lo alto. Si es que esto es lo que me pasa a mí por pasarme un año entero liándola y sin acordarme de portarme bien. Me acerco, me asomo y veo dentro de uno de mis zapatos un trocito de carbón… Lo cojo, le doy un lametón y está tan dulce que no me puedo contener, voy y me lo zampo enterito. De pronto, me fijo bien y me doy cuenta de que hay un papelito que lleva mi nombre, ¡ay, qué nervios! Lo abro, me tumbo en el sofá y, mientras me relamo los restos del carbón dulce que se me han quedado pegados en los labios, lo leo:
“Dice la leyenda que a las niñas malas los Reyes Magos les regalan carbón y aquí lo tienes, por ser tan tremenda. Pero lo fácil es ser buena con tal de conseguir un regalito. A nosotros tres lo que más nos gusta de ti es lo bien que te lo pasas porque lo tienes superclarísimo: vida solo hay una y eso de ser una aburrida se lo dejas a las niñas buenas. Sí, esas que luego necesitan regalitos para a ver si así se entretienen un poco.
Este año nuestro regalo no viene envuelto ni es para que lo luzcas en tus saraos. Nuestro regalo se llama vida, alegría, risas, amigos, fiestas y amor. Y nosotros queremos verte siempre disfrutando a tope. Así que, por favor, sigue siendo una niña mala, no te arrepientas, que de las buenas y aburridas ya estamos hartos”. Firmado: tus tres admiradores secretos mejor guardados.