Con todo este lío en el que nos han metidos los políticos, resulta que es obligatorio posicionarse: constitucionalista, antiespañol o viceversa. Somos anti o somos fan de lo que sea. Y si soy muy de Facebook me tengo que pelear con los muy de Twitter, si soy de cañas no puedo ser de vinos, o eres de láser o eres de pelindris a lo loco, antiApple o antiandroide y así hasta el infinito.
Pues yo no tengo el cuerpo para estas guerrillas callejeras con las que nos quieren liar. Si es que es imposible tenerlo todo tan tan claro, porque si un día voy y digo: “Contigo pan y cebolla”. ¿Y qué, si mañana la cebolla se me atraganta? Pues eso, que el bocadillo me lo tendré que hacer de sintigo y sin cebolla. Para mí que hay días para todo, noches para lo que no era todo y fines de semana para lo contrario o más. Tal y como están las cosas, tampoco es plan de cerrarse en banda y a cal y canto contra la cara B de la vida, y ojo, que esta suele ser menos previsible y más recomendable, ¡si lo sabré yo…!
Lo cierto es que reconozco que para algunas cosas sí que soy muy de posicionarme y no hay quien me convenza. Entre un fin de semana de limpieza a lo Maruja total y un plan de planazo de lo que sea, nunca he tenido la menor duda: la escoba, el aspirador y el estropajo pueden esperar a una mejor ocasión contra una chupipandi metiéndome presión desde el grupo de WhatsApp, lo siento, pero es imposible resistirme. Hay momentos en los hay que estar sí o sí, porque igual va la vida y me da un giro total. Estoy muy segura que por pasar o no el plumero no creo que me cambie mucho el destino.
Hasta hace poco no me había dado cuenta de lo fan que me he vuelto del “amor-in-love”. Y lo supe cuando me noté la piel erizada viendo a la parejita de Operación Triunfo en ese te beso y te rebeso, en ese toco el piano y te hago ojitos, en ese te canto y me derrito… Y oye, que cada vez que sale la escena, me remuevo como una tonta. Vale, lo acepto, ¿que pueden ser un poco cursilones? ¿Que estaba cantado que iban a ganar y volarían para Eurovisión? A ver, ¿y qué pasa con eso? Quizá sea esa ingenuidad tan ingenua, esa juventud tan que ni han ido ni han vuelto aún de ningún sitio… ¿Será que nos están dando un aviso a navegantes? Y ya puesta, yo me pregunto: ¿Yo soy más del amor ilusionado o del amor hormonado? ¿Soy de enamoramiento made in OT o de hormona made in Hombres, mujeres & viceversa? Decidido, la música y el amor siempre han hecho mejores migas en mi intelecto que esa fusión entre hormonas, ninguna neurona y tantísimo instinto musculoso primario.
Y vuelta a tomar decisiones, y venga a tener que elegir: Barsa-Madrid, París-Nueva York, sushi-pizza, Juego de tronos-Friends, madrugar-trasnochar, vegana-McDonald, enamoradiza-aquí te pillo, aquí te mato… ¡To be or not to be, qué dilema! Pues yo no pienso cerrarme puertas ni me lo voy a jugar a los chinos cada vez que la vida me ponga en situación. Pero eso sí, no me hagas elegir entre tú y él, porque entonces ahí sí que la hemos liado. Lo sé, hay momentos que como tú ninguno; pero lo siento, él también tiene un puntazo que me tiene arrebatada. Tranqui, que con este corazón mío tan grande, seguro que tengo para todos, para ti, para él y para… ¡No me pongas a prueba que te asustarías de lo mucho que soy capaz!
Reconozco que a veces me he visto en situaciones en las que tengo que tomar una decisión, porque no puedo vivir siempre en un “happy day” eterno. Para esos casos mi truco secreto es infalible:
-Estoy fatal de los fatales, no paro de llorar desde que lo dejamos. Y encima hoy es sábado. Solo de pensar que él estará de copas y de risas me dan ganas de autoindependizarme debajo de la manta de mi sofá y embruselarme para no volver nunca jamás…- Así es una mejor amiga en duelo total.
Y de pronto, justo en ese mismo momento, me saltan todas las alarmas del móvil y vas y me bombardeas con una romantinvitación con cena, velas y… ¡Horror, se me amontonan las emociones! ¿Mi amiga en duelo o mi amor platónico en modo cenita? Y entonces mi truquillo secreto entra en acción. Cierro los ojos, me dejo llevar y me pregunto: ¿Qué habría hecho la niña que un día fui? Resuelto. Voy, cojo mi pijama de Piolín, dos bolsas de palomitas, una tableta de chocolate y un capazo de amistad a rebosar. La decisión está tomada.