Tengo un amigo que es la monda, siempre me dice: “Lo tuyo no es de extrañar, con tanto gay suelto… ¡así os va a las mujeres!”. Y bueno, yo la verdad es que no le quiero dar la razón, pero ahora que no me oye tengo que reconocer que un poquito, o más bien un muchito, sí que la tiene. Pero yo me parto de risa porque para gay gay, él. Y entonces va y me responde: -Oye guapa, que yo voy de legal, que yo lo he sido desde siempre. Vamos, que yo soy gay con papeles y de cuna.
Rara es la cena de chicas en la que alguna acaba compartiendo una historia sobre el temita. Yo antes nunca lo hubiera contado, pero es que ya está bien con estos personajillos. Vale, prometo no dar nombres, pero anda por ahí suelta una especie denominada “machogay” que nos está haciendo mucho daño a los damnificados del amor. Porque claro, no voy a ir por ahí preguntando:
-Oye, ¿tú eres hetero convencido o eres hetero por quedar bien?
Y digo yo, con la de tíos buenorros que han decidido dar el salto y vaciar el armario, que mira que debían estar ahí dentro bien apretados, aunque a veces creo que algunos lo único que quieren es un minuto de gloria en tele 5 y van y se ponen una camiseta ajustada de tirantes, se hacen el láser y ya está. Pero por favor, hago desde aquí un llamamiento urgente: ¡Un poco de organización! Es que a este paso, un día nos vamos a ir a dormir siendo de una acera y, por arte de magia, nos vamos a levantar en la otra. Y claro, así no hay manera, porque en este lío liado seguro que al final unos van a por lana y otros van a salir más trasquilados de lo se creen. ¡Válgame, si es que crecen como champiñones…!
Pero no, a mí los que me tiene indignada son los “machogays”. Van de tíos sensibles, de machitos sexuados y románticos, de hombres que escuchan y además comprenden. ¿Serán estos tipejos los discípulos descafeinados de los metrosexuales? Y aquí es donde llega el engaño y aflojo las alertas, me relajo porque me parece de lo más enrollado, hasta me lo imagino en el sofá de la casa de mis padres tomando café con ellos y, zas, las ilusiones comienzan a encontrar hueco en mi cabecita sin que nadie las haya llamado. Y llega el día de la cenita y acepto. Hacemos planes el sábado para un aperitivo y paseo por la playa para la mañana del domingo y voy. De pronto, cuando nadie nos ve, me coge de la mano y hasta me da un mordisquito en la oreja. Pero eso sí, mientras soy yo la que se deja hacer, todo va bien. Y como mis tontilusiones tienen vida propia, pues eso, que de pronto toman la palabra ellas solas y se lanzan proponiendo irnos a una casa rural el próximo finde y, en ese instante, le saltan todas las alarmas en forma de: “Es que este sábado tengo a los niños”, “El domingo mi madre ha organizado una comida familiar”, “El lunes me toca presentar el informe en la junta de accionistas”… y así hasta la lista más infinita y creativa que un hombre sin imaginación, pero con pavor, es capaz de idear.
Y yo, que soy muy de darle vueltas a los asuntos, empiezo a repasar el historial. Es curioso, las carantoñas y los paseítos siempre han sido a solas, no recuerdo haber compartido ratos con amigos suyos y, curiosamente, su mamá ocupa un lugar más grande que enorme en su existencia. Pero claro, hay una prueba indispensable que superar, la decoración de su casa. Más vale que le haya inspirado la república de Ikea porque he visto cada cortina con volantes y figuritas de adorno en el dormitorio que para mí lo dejo ¡y porque he prometido no dar nombres, eh! Pero claro, además de las cortinas es fundamental superar la cata por excelencia, y es ahí donde los hombres curtidos se la juegan y, sin escapatoria, sale a flote el “machomen” o el “machogay” que llevan dentro.
Yo estoy por inventar un aparatito como los de la prueba de alcoholemia de los controles de carretera y que el artilugio en cuestión sea capaz de clasificar, con un simple soplido, al espécimen para que así no me den gato por liebre.
Por favor, los que no estáis en el armario y vais por ahí dando el pego, meteos en el armario o donde os dé la gana, pero apartaos del camino y no vayáis solventando al personal, que bastante mal está ya la cosa como para que los “machogays” despistéis a la gente honrada que tenemos las ideas claras, que ya está bien de hacernos caer como tontas en vuestros quereres y no poderes.